Señor
Castaneda, durante años usted permaneció en el más absoluto anonimato. ¿Qué le
ha impulsado a dejar esa condición para dedicarse hoy a difundir públicamente
las enseñanzas que, junto a sus compañeras actuales, recibió del nagual Juan
Matus?
Lo que nos obliga a difundir las ideas de
don Juan Matus es la necesidad impostergable de aclarar lo que él nos enseñó.
Yo y sus otras tres estudiantes hemos llegado a la unánime conclusión de que el
mundo que nos presentó don Juan Matus está al alcance de los medios perceptivos
de todos los seres humanos. Argüimos entre nosotros cuál sería el camino
adecuado. ¿Permanecer en el anonimato como don Juan nos propuso? Esto no
encontraba entre nosotros un eco placentero. El otro camino disponible era el
de difundir las ideas de don Juan: un camino inmensamente más peligroso y
agotador, pero el único que creemos tiene la dignidad con la que don Juan
embebió sus enseñanzas.
Considerando
que usted ha dicho que los actos de un guerrero son impredecibles, y de hecho
así lo hemos comprobado durante tres décadas, ¿podemos esperar que esta etapa
pública suya se prolongue en el tiempo? ¿Hasta cuándo?
No hay manera de establecer un criterio temporal
para nosotros. Vivimos de acuerdo a las premisas propuestas por don Juan y
jamás nos apartamos de ellas. Don Juan Matus nos dio el terrible ejemplo de un
hombre que vivía como él lo describía. El ejemplo de un hombre monolítico que
no tiene dos caras. Y digo que es un ejemplo terrible porque es lo más difícil
de emular; ser monolítico y al mismo tiempo tener la flexibilidad para encarar
lo que fuera; ésa era la manera de vivir de don Juan. Dentro de estas premisas
lo único que se puede ser es un conducto impecable. Uno no es el jugador de
esta partida de ajedrez cósmico, uno es simplemente una ficha de ajedrez. Quien
decide todo es una fuerza impersonal consciente de que los brujos llaman el
Intento o el Espíritu.
Según
he podido comprobar, la Antropología ortodoxa resta credibilidad a su obra, lo
mismo que los pretendidos defensores del patrimonio cultural precolombino de
América. Subsiste la creencia de que su obra es puramente el fruto de su
talento literario, por cierto, excepcional; mientras que otros sectores lo
acusan de un doble comportamiento, porque, supuestamente, su estilo de vida y
sus actividades son contrarios a lo que la mayoría espera de un chamán. ¿Cómo
puede zanjar estas suspicacias?
El sistema cognitivo del hombre occidental
nos fuerza a movernos a través de ideas preconcebidas. Basamos nuestros juicios
en algo que es siempre “a priori”, por ejemplo la idea de “lo ortodoxo”. ¿Qué
es la antropología ortodoxa? ¿La que se enseña en el aula? ¿Y, cuál es la
conducta de los chamanes? ¿Ponerse plumas en la cabeza y bailar a los
espíritus? Han acusado a Carlos Castaneda durante treinta años de crear un
personaje literario, simplemente porque lo que yo les decía no coincidía con el
“a priori” antropológico, con las ideas establecidas en el aula o en el campo
de acción antropológico. Sin embargo, lo que me presentó don Juan sólo podía
caber en un campo de acción total, y bajo tales circunstancias sucede muy poco
o casi nada de lo preconcebido… Nunca he podido llegar a conclusiones acerca
del chamanismo, porque para hacer esto se necesita ser un miembro activo del
mundo de los chamanes. Es muy fácil para un científico social, digamos por
ejemplo un sociólogo, llegar a conclusiones sociológicas acerca de cualquier
tema relacionado con el mundo occidental, porque el sociólogo es un miembro
activo del mundo occidental. Pero, ¿cómo puede un antropólogo que pasa a lo más
dos años estudiando otras culturas, llegar a conclusiones fidedignas acerca de
ellas? Para adquirir membrecía en un mundo cultural se necesita una vida
entera. Yo he estado trabajando más de treinta años en el mundo cognitivo de
los chamanes del México antiguo y sinceramente creo que no he llegado aún a
adquirir la membrecía que me permita llegar a conclusiones, o siquiera
proponerlas. He discutido acerca de esto con personas de diferentes disciplinas
y siempre parecen entender y estar de acuerdo con las premisas que estoy
exponiendo. Pero luego se dan vuelta, y se olvidan de todo lo que acordaron y
continúan manteniendo los principios académicos “ortodoxos” sin importarles la
posibilidad de un error absurdo en sus conclusiones. Nuestro sistema cognitivo
parece ser impenetrable.
¿Qué
finalidad tiene el hecho de que usted se niegue a ser fotografiado, a que se
grabe su voz o se conozcan sus datos biográficos? ¿Podría algo de esto afectar,
y de qué manera, los logros alcanzados en su trabajo espiritual? ¿No cree que
sería útil para algunos sinceros buscadores de la verdad conocer quién es usted
realmente, como una forma de comprobar que realmente es posible seguir el
camino que pregona?
En cuanto a fotografías y datos personales,
yo y los otros tres discípulos de don Juan Matus seguimos los dictados de éste.
La idea principal detrás de abstenerse de dar datos personales es muy simple para
un chamán como don Juan. Es imprescindible dejar a un lado lo que él llamaba la
“historia personal”. Alejarse del “yo” resulta algo bastante engorroso y
difícil. Lo que buscan los chamanes como don Juan es un estado de fluidez donde
el “yo” personal no cuenta. El creía que este hecho afecta indiscutiblemente a
quien entra dentro de ese campo de acción, y afecta de una manera positiva
aunque subliminal, ya que estamos muy acostumbrados a fotografías, grabaciones,
datos biográficos, todos ellos engendrados por la idea de la importancia
personal. Él decía que es mejor no saber nada de un chamán; de ese modo, en vez
de una persona uno se encuentra con una idea sostenible, lo opuesto a lo que
pasa en el mundo cotidiano, donde sólo encontramos personas con problemas
psicológicos y sin ideas, y todos ellos repletos hasta el tope del “yo, yo,
yo”.
¿Cómo
deben entender sus seguidores la existencia de todo un mecanismo comercial y
publicitario -al margen de su obra literaria- en torno al conocimiento que
usted y sus compañeras difunden? ¿Qué relación tiene usted realmente con
Cleargreen Incorporated y las otras empresas (Laugan Producciones, Toltec
Artists)? Me refiero a vínculos comerciales.
A estas alturas de mi trabajo necesitaba de
alguien que pudiera representarme en la difusión de las ideas de don Juan
Matus. Cleargreen es una corporación que tiene una gran afinidad con nuestro
trabajo, lo mismo que Laugan Productions y Toltec Artists. La idea de difundir
las enseñanzas de don Juan a un mundo moderno como el nuestro implica el uso de
medios comerciales y artísticos que no están al alcance de mis medios
individuales. Como corporaciones afines a las ideas de don Juan, Cleargreen
Incorporated, Laugan Productions y Toltec Artists son capaces de proporcionarme
los medios para difundir lo que quiero difundir. El afán de las corporaciones
impersonales es siempre el de dominar y transformar todo lo que se les presenta
y adoptarlo a su propia ideología. De no ser por el sincero interés de
Cleargreen, Laugan Productions y Toltec Artists, todo lo que don Juan dijo
habría ya sido transformado en otra cosa.
Existe
un sinnúmero de personajes que de una u otra manera se han “colgado” de usted
para adquirir notoriedad pública. ¿Qué opinión le merece el accionar de Víctor
Sánchez, quien ha interpretado y reordenado sus enseñanzas para elaborar una
teoría personal? ¿O las afirmaciones de Ken Eagle Feather, quien asegura que ha
sido escogido como discípulo por el mismísimo don Juan, vuelto a esta dimensión
sólo para ello?
Efectivamente hay una serie de personas que
se titulan a sí mismos estudiantes míos o del mismo don Juan, a quienes yo
nunca he conocido y que puedo asegurar que don Juan nunca conoció. Don Juan
Matus estaba interesado exclusivamente en la perpetuación de su linaje de
chamanes. Él tuvo cuatro discípulos que perduran hasta el día de hoy. Tuvo
otros que partieron con él. Don Juan no estaba interesado en enseñar su
conocimiento, lo hizo con sus discípulos a fin de que continuaran su linaje.
Sus discípulos, como no pueden continuar el linaje de don Juan, se han visto
obligados a esparcir sus ideas. El concepto del maestro que enseña su
conocimiento es parte de nuestro sistema cognitivo, pero no es parte del
sistema cognitivo de los chamanes del México antiguo. Para ellos enseñar era un
absurdo. Transmitir su conocimiento a quienes iban a perpetuar la vida del
linaje era otro asunto. El hecho de que haya una serie de individuos empeñados
en usar mi nombre o el de don Juan es simplemente una maniobra fácil para beneficiarse
sin mucho trabajo.
Consideremos
el significado de la palabra “espiritualidad” como un estado de conciencia en
que los seres humanos son plenamente capaces de controlar las potencialidades
de la especie, logro que se obtiene trascendiendo la simple condición de
animal, por medio de un arduo acondicionamiento psíquico, moral e intelectual.
¿Está de acuerdo con esta afirmación? ¿Cómo se integra el mundo de don Juan en
este contexto?
Para don Juan Matus, como un chamán
pragmático y lleno de cordura, “la espiritualidad” era una idealidad vacía, una
aseveración sin fundamento que nos parece muy bella porque está incrustada en
conceptos literarios y expresiones poéticas, pero que nunca pasa de ahí. Los
chamanes como don Juan son esencialmente prácticos. Para ellos sólo existe un
universo predatorio, donde la inteligencia o la conciencia de ser son el
producto de desafíos de vida o muerte. Él se consideraba un navegante del
Infinito y decía que para navegar en lo desconocido, como lo hace un chamán,
uno necesita pragmatismo ilimitado, cordura sin medida y “agallas de acero”. En
vista de todo esto don Juan creía que “la espiritualidad” es simplemente una
descripción de algo imposible de lograr bajo los patrones del mundo cotidiano,
y no es un modo vivo de actuar.
Usted
ha señalado que su actividad literaria se debe a las instrucciones de don Juan,
lo mismo que la de Taisha Abelar y Florinda Donner-Grau. ¿Con qué objetivo?
El objetivo de escribir los libros fue dado
por don Juan. Él aseveraba que si uno no es escritor, aún puede escribir, pero
el escribir se transforma de una acción literaria en una acción chamanística.
Quien decide el tema y el desarrollo de un libro no es la mente del escritor,
sino una fuerza que los chamanes consideran como la base del universo y a la
que llaman el Intento. Es el Intento quien decide la producción de un chamán,
ya sea literaria o cualquier otra. De acuerdo con don Juan, un practicante de
chamanismo tiene el deber, la obligación, de saturarse con toda la información
disponible. El trabajo de un chamán es el de informarse de una manera plena de
todo lo posible relacionado con el tópico de su interés. El acto chamanístico
consiste en abandonar todo interés de dirigir el curso que tal información
tome. “Quien arregla las ideas que nacen de tal fuente de información no es el
chamán -decía don Juan-, sino el Intento. El chamán es simplemente un conducto
impecable”. El escribir era para don Juan un desafío chamanístico, no una tarea
literaria.
Si me
permite la siguiente afirmación, su obra plantea conceptos estrechamente
relacionados con las doctrinas filosóficas orientales, pero resulta
contradictoria con lo que se conoce comúnmente de la cultura indígena mexicana.
¿Dónde se encuentran las similitudes y diferencias entre una y otra?
No tengo la menor idea. No soy erudito ni
en lo uno ni en lo otro. Mi trabajo consiste en una información fenomenológica
del mundo cognitivo al que me introdujo don Juan Matus. Desde el punto de vista
de la fenomenología como método filosófico, no es posible llegar a
aseveraciones relacionadas con el fenómeno bajo escrutinio. El mundo de don
Juan Matus es tan vasto, misterioso y contradictorio que no se presta a un
ejercicio de exposición lineal; como mucho, se puede describir, y esto haciendo
un esfuerzo supremo.
Asumiendo
que las enseñanzas de don Juan han pasado a formar parte de la literatura
ocultista, ¿qué opinión le merecen otras enseñanzas, por ejemplo, la filosofía
masónica, Rosacruz, el Hermetismo, y disciplinas tales como el Tarot y la
Astrología, comparándolas con el nagualismo? ¿Ha tenido alguna vez o mantiene
contacto con alguna de estas vertientes o con sus seguidores?
De nuevo no tengo ni la menor idea de
cuáles son las premisas, los puntos de vista, ni los temas de tales
disciplinas. Don Juan nos presentó el problema de navegar en lo desconocido y
esto nos toma todo el esfuerzo disponible.
¿Algunos
de los conceptos de su obra, como el punto de encaje, las emanaciones de energía
que componen el universo, el mundo de los seres inorgánicos, el Intento, el
Acecho y el Ensueño, tienen una contrapartida en el conocimiento occidental?
Por ejemplo, hay quienes ven en el hombre como huevo luminoso una expresión del
aura…
No, nada de lo que don Juan nos enseñó
parece tener una contrapartida en el conocimiento occidental, que yo sepa. Una
vez, cuando don Juan aún estaba presente, pasé un año entero a la búsqueda de gurús,
maestros, sabios que me dieran un indicio de lo que estaban haciendo. Quería
saber si había algo en el mundo de entonces que fuera similar a lo que don Juan
decía y hacía. Mis recursos eran muy limitados y sólo me llevaron a conocer a
los maestros establecidos que tenían millares de seguidores, y desgraciadamente
no pude encontrar nada parecido.
Concentrándonos
ahora específicamente en su obra, sus lectores nos encontramos a Carlos
Castaneda diferentes. Primero, a un académico occidental algo inepto y
permanentemente desconcertado ante el poder de ancianos indios cono don Juan y
don Genaro (principalmente en Las
Enseñanzas de don Juan, Una Realidad
Aparte, Viaje a Ixtlán, Relatos de Poder y El Segundo Anillo de Poder); luego, con un aprendiz de chamán
avezado (en El Don del Águila, El Fuego Interior, El Conocimiento Silencioso y, especialmente, en El Arte de Ensoñar). Si está de acuerdo
con esta apreciación, ¿cuándo y cómo desapareció uno para dejar paso al otro?
No me considero ni chamán, ni maestro, ni
estudiante avanzado de chamanismo, ni tampoco me considero un antropólogo o
científico social del mundo occidental. Mis presentaciones han sido todas
descripciones de un fenómeno imposible de discernir bajo las condiciones del
conocimiento lineal del mundo occidental. Jamás pude dar a lo que me enseñaba
don Juan una explicación de causa y efecto o tuve la posibilidad de predecir lo
que él iba a decir o lo que iba a pasar. Bajo estas condiciones, el paso de un
estado a otro es subjetivo y no algo elaborado o producto de premeditación o
sabiduría.
En su
obra es posible encontrar episodios francamente increíbles para la mentalidad
occidental. ¿Cómo podría alguien no iniciado comprobar que son verdaderas esas
“realidades aparte” que usted describe?
Se puede comprobar de una manera muy
simple. Prestando el cuerpo entero en vez del intelecto. Al mundo de don Juan
no se puede entrar intelectualmente como un diletante en pos de un conocimiento
rápido y pasajero, ni tampoco se puede comprobar nada. Lo único que se puede
hacer es llegar a un estado de conciencia acrecentada que nos permita percibir
al mundo que nos rodea de una manera más amplia. En otras palabras, la meta del
chamanismo de don Juan es romper los parámetros de la percepción histórica y
cotidiana, y entrar a percibir lo desconocido. De ahí que él se llamara a sí
mismo un navegante del Infinito. Él sostenía que más allá de los parámetros de
la percepción diaria, está el Infinito. Llegar a eso era la meta de su vida, y
puesto que él era un chamán extraordinario, nos inculcó a nosotros cuatro ese
deseo. Nos forzó a trascender el intelecto y a encarnar el concepto de la
ruptura de los parámetros de la percepción histórica.
Usted
sostiene que la característica básica de los seres humanos es su condición de
“perceptores de energía”. Señala el movimiento del punto de encaje como un
imperativo para percibir energía directamente. ¿Para qué puede servir eso a un
hombre del siglo XXI? ¿Cómo ayuda la consecución de esta meta a la superación
espiritual, según el concepto antes definido?
Los chamanes como don Juan sostienen que
todos los seres humanos poseemos la capacidad de percibir energía directamente
a medida que fluye en el universo. Consideran que el punto de encaje, como
ellos lo llaman, es un punto que existe en el campo de energía total del
hombre. En otras palabras, cuando un chamán percibe a un hombre como energía
que fluye en el universo, “ve” a una bola luminosa. En esa bola luminosa el
chamán puede “ver” un punto de gran brillo que está situado a la altura de los
omóplatos y a la distancia de más o menos un metro detrás de ellos. Los
chamanes sostienen que allí es donde se realiza la percepción, que la energía
que fluye en el universo se transforma allí en datos sensoriales y que esos
datos sensoriales son luego interpretados para dar como resultado el mundo de
la vida cotidiana. Los chamanes mantienen que se nos enseña a interpretar, por
lo tanto, se nos enseña a percibir. El valor pragmático de percibir la energía
directamente a medida que fluye en el universo para el hombre del siglo XXI o
del siglo I es el mismo. Le permite ampliar los límites de su percepción y
utilizar dentro de sus medios ambientales tal ampliación. Don Juan decía que
sería extraordinario “ver” directamente la maravilla del orden y del caos del
universo.
Aparte
de sus tres compañeras, los asistentes a sus seminarios han conocido a otro
grupo de personas, como los Chacmoles, las Rastreadoras de Energía, los
Elementos, el Explorador Azul… ¿Quienes son ellos? ¿Se trata de una nueva
partida de videntes dirigida por usted? Si es así, ¿cómo podría alguien
integrarse en este grupo de aprendices?
Cada una de esas personas acerca de las que
usted pregunta son seres definidos que don Juan Matus como director de su
linaje nos encargó esperar. Él predijo la llegada de cada uno de ellos como
parte integral de una visión. Puesto que su linaje no podía continuar debido a
configuraciones energéticas propias de sus cuatro estudiantes, su misión se
transformó de perpetuar el linaje a cerrarlo, si fuera posible con broche de
oro. Nosotros no estamos en posición de cambiar esta directiva. No podemos
buscar ni aceptar aprendices o miembros vigentes de la nueva visión de don
Juan. Lo único que podemos hacer es acceder a los dictámenes del Intento. El
hecho de que se estén enseñando los pases mágicos, guardados con celo por
tantas generaciones, es una muestra de que sí se puede llegar a ser parte de
esta nueva visión de una manera indirecta a través de la práctica de la Tensegridad y de la observación de las
premisas del camino del guerrero.
En Lectores del Infinito usted ha utilizado
el término “navegación” para definir lo que los brujos hacen. ¿Están prontos a
izar velas y levar anclas para iniciar el viaje definitivo? ¿Acabará con
ustedes el linaje de guerreros toltecas depositario de este conocimiento?
Sí, efectivamente, el linaje de don Juan
acaba con nosotros.
¿Incluye
el camino del guerrero el trabajo espiritual de la pareja, como se encuentra en
otras propuestas?
El camino del guerrero incluye todo y a
todos. Puede haber una familia entera de guerreros impecables. La dificultad
está en el terrible hecho de que las relaciones individuales están basadas en
inversiones emocionales, las cuales se desmoronan en el momento en el que el
practicante realmente practica lo que aprende. Por lo regular, en el mundo
diario, las inversiones emocionales nunca son examinadas y vivimos una vida
entera esperando que nos correspondan. Don Juan decía que mi manera de vivir y
de sentir se describía de una manera muy simple: “yo sólo doy lo que me dan”, y
que yo era un inversor empedernido.
Si
alguien quisiera emprender el trabajo espiritual ajustándose al conocimiento
difundido en sus libros, ¿a qué posibilidades de avance puede aspirar? ¿Qué
recomendaciones formularía a quienes desean poner en práctica por propia cuenta
las enseñanzas de don Juan?
No hay manera alguna de poner un límite a
lo que uno puede lograr de un modo individual si el intento es un intento
impecable. Las enseñanzas de don Juan no son espirituales, lo repito de nuevo,
puesto que esta cuestión ha salido a la superficie una y otra vez. La idea de
la espiritualidad no encaja con la disciplina férrea del guerrero. Lo que más
cuenta para un chamán como don Juan es la idea del pragmatismo. Cuando conocí a
don Juan yo me creía un hombre práctico, un científico social lleno de
objetividad y pragmatismo. Él acabó con mis ínfulas y me hizo ver que como
verdadero hombre occidental, yo no tenía nada de pragmático y nada de
espiritual. Llegué a entender que yo simplemente repetía el vocablo
“espiritualidad” para oponerlo a lo mercenario del mundo de todos los días.
Quería alejarme de la manera más certera del mercantilismo de la vida diaria y
a ese afán yo le llamaba espiritualidad. Cuando don Juan me exige llegar a una
conclusión, a una definición de lo que yo consideraba espiritual, me di cuenta
de que él estaba en lo cierto. Yo no sabía lo que decía. Suena un poco
petulante decir lo que estoy diciendo, pero no hay otra manera de decirlo. Lo
que quiere un chamán como don Juan es el engrandecimiento de la conciencia de
ser, esto es, poder percibir con todas las posibilidades humanas de percepción,
lo que implica una labor descomunal y un propósito sin medida, cosas que no
pueden ser suplidas por la espiritualidad en el mundo occidental.
¿Hay
algo que le gustaría explicarnos a los sudamericanos, especialmente a los
chilenos? ¿Quisiera exponer otros planteamientos, además de los formulados?
No tengo nada más que añadir. Todos los
seres humanos estamos en el mismo nivel. Al comienzo de mi aprendizaje con don
Juan Matus él trató de hacerme ver lo común de la situación del hombre. Yo,
como sudamericano, estaba muy involucrado intelectualmente con la idea de la
reforma social. Un día le planteé la pregunta que yo creía era fatal. Le dije:
¿cómo es posible, don Juan, que usted permanezca impasible ante la situación
espantosa de sus congéneres, los indios yaquis de Sonora? Yo sabía que un porcentaje
de la población yaqui sufría de tuberculosis y que no tenía remedio por su
condición económica. Sí – me dijo don Juan- es una cosa muy triste, pero
figúrate que también es muy triste tu situación, y si tú crees estar en
condiciones mejores que los indios yaquis, te equivocas. Es la condición del
hombre en general el permanecer en un estado espeluznante de caos. Nadie está
mejor que otro. Todos somos seres que vamos a morir, y a menos que tomemos en
cuenta cabal esta situación, no hay remedio para nosotros. Este es otro punto
del pragmatismo de los chamanes: el darse cuenta de que somos seres que vamos a
morir. Los chamanes afirman que así todo adquiere una medida y un orden
trascendental.
en Pijamasurf, octubre del 2010
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