Los
libros no juzgan
están
dispuestos
abiertos
a escuchar
y
he lanzado algunos versos
entremedio
de aquellos paseos.
He
jugado con la palabra,
roto
sus bordes sagrados
y
me he obligado a imaginar
con
tal de ir siquiera un poco más allá…
y
entre lágrimas
en
forma de sílabas descompuestas
he
procurado comprender al mundo fuera de lo verbal,
llevando
la escritura
hasta
las últimas consecuencias
y
quién puede
culpar
a un fantasma de no existir…
quién
puede
contener
con un soplo
la
inmensidad del silencio
y
pedirle que selle su magia a gritos.
en Como un Cristo barroco…, 2010
No hay comentarios.:
Publicar un comentario