El talento de Paul Thomas Anderson (Studio City,
California, 1970) es una de las nuevas verdades universales que nadie discute.
Tras debutar en 1996 con Hard eight
(Sidney) y entregar Boogie nights un
año después -un homenaje a su infancia en San Fernando Valley, el imperio del
cine porno-, y crear escuela con su endemoniada forma de escribir, rodar y
hacer brillar a los actores en Magnolia
(1999), Punch drunk love (2002) y Petróleo sangriento (2007), el penúltimo
genio del cine americano bucea ahora en la fundación de la Iglesia de la
Cienciología con The master.
Anderson asombra otra vez al narrar en unos primeros 45
minutos de frenética elegancia el salto a la modernidad que vivió Estados
Unidos en 1950, y luego baja el ritmo para contar el nacimiento de una nueva
religión a través de un cara a cara entre dos monstruos del arte de
interpretar: un Joaquin Phoenix que borda el papel de Freddie Quell, un
sociópata borrachín y vulnerable veterano de la II Guerra Mundial, y un Philip
Seymour Hoffman arrollador, que da vida al carismático predicador y
psicoanalista Lancaster Dodd, personaje inspirado en el creador de la
Cienciología, L. Ron Hubbard.
El cineasta —enjuto y simpático— está en un hotel de
París. Fumando, bromeando y a la defensiva, muestra su respeto por la religión
que seduce a las estrellas de Hollywood y se muestra compasivo y evasivo a
partes iguales en cuestiones de fe, aunque la película se puede ver como una
crítica de los líderes que prometen el cielo y solo ofrecen infiernos.
The
master arranca en un periodo histórico que
Europa parece estar viviendo de nuevo. Miseria, hambre, paro, extremismos… ¿En
Estados Unidos tienen también la sensación de ir hacia atrás?
No me gusta hablar de política... Una vuelta del
fascismo es imposible, aunque cuando ves cosas como las que pasan en Rusia da
miedo.
El Tea Party tampoco
se queda corto.
Sí, pero es menos poderoso de lo que parece. Obama ha
sido reelegido, y yo soy optimista y tengo esperanza en el futuro. Cuando acabó
la era de Bush pocos esperaban que Obama ganara, pero al final va a estar ocho
años en el poder.
¿Ha recibido presiones
de la Cienciología?
No. Ninguna. Vivo en un país donde se pueden contar las
cosas, donde puedes contar las historias que quieras. Y por cierto, eso es lo
mejor que tiene.
¿Quiso contar la
fundación real de la Cienciología?
Es la parte de atrás de la historia. Hice lo mismo con
la pornografía en Boogie nights.
Dijeron “va a hacer una película porno”, pero cuando la vieron entendieron que
no era cine porno. Lo mismo con el petróleo en Petróleo sangriento, tampoco era un documental. Parece inevitable
que la gente espere que haga una especie de documental. Si quieres aprender
sobre un tema ve un documental. Yo hago ficción.
Pero Dodd, el Maestro,
es el fundador de la Cienciología.
Sí, aunque tiene cosas inventadas. No soy un escritor
tan bueno como para crear de la nada. Necesito robar, coleccionar piezas para
juntarlas; robo de mí mismo, de cosas que me cuenta un amigo, de lo que leo, de
figuras históricas… En este caso el personaje es el principio de todo. Es una
figura muy polémica, la gente siente mucha curiosidad y lo entiendo. Es una
historia única en nuestro tiempo, o al menos en la historia reciente: asistir a
la creación de una religión. Un tipo creando una religión: ¡es una gran
historia!
A sus amigos de la
Cienciología, como Tom Cruise, ¿les gustó la película?
Sí, pero eso es una cosa que queda entre nosotros, es
personal, no quiero hablar de eso.
¿Y ha habido
reacciones de los cienciólogos?
No. No he oído nada.
¿Le importa?
Sí, espero que les haya gustado. Cuando haces una
película te metes en una situación absurda: crees que a todo el mundo le va a
gustar. Te sientes un psicópata, pero es la única forma de hacer cine; te
engañas para bien.
La película arranca
con mucho ritmo y luego baja el ritmo. ¿Es deliberado?
Sí, al principio hay muchas cosas que contar: el final
de la guerra, la vuelta de Freddie, su encuentro con el Maestro… Después la
relación entre los dos se asienta durante mucho tiempo. A mí me gusta ese
cambio, pero algunos protestan.
Quizá porque Magnolia
era una apoteosis permanente…
Creo que la historia exige esa segunda parte más
reposada. Es un cara a cara y, más importante, una relación íntima. No hay un
final grandilocuente porque la dinámica entre los dos, como pasa con las
relaciones forzadas, se va desvaneciendo poco a poco, sin grandes aspavientos.
¿La Cienciología es
una secta?
¿Cuál es la diferencia entre una secta y una religión?
¿Sabe que en Italia
les condenaron por secta? El Vaticano presionaría, imagino…
¡Claro, se hacen la competencia! Lo que no sé es por
qué no persiguen al Vaticano.
Bueno, hay algunas
denuncias por pederastia…
¿Realmente las hay? La idea de que la Cienciología es
una secta es ridícula, lo que pasa es que es una religión más nueva, más joven,
y la gente piensa que se la puede criticar más fácilmente, lo que es injusto.
Yo la defiendo hasta un punto: creo que su sistema de creencias es tan válido y
racional como cualquiera otro.
¿Racional o
irracional?
Eso lo dice usted, yo no, porque no sé si lo es. Usted
tampoco, nadie lo sabe. Si alguien sabe lo que pasa realmente después de la
muerte, me encantaría oírlo. Pero ni por un segundo digo que sea algo
irracional. ¿Quiénes somos para decirlo?
¿La superstición, lo
sobrenatural y la charlatanería forman parte de las religiones?
Puede ser. Pero también nos ayudan a navegar la vida,
como las películas, los libros y la música. Así que no tengo ningún problema
con eso.
El Maestro promete la
felicidad aunque ofrece esclavitud. ¿No es un charlatán?
Nunca pensé en él como un charlatán sino como un tipo
lleno de sí mismo, muy egoísta, pero a la vez como un hombre que se dedica
increíblemente a ayudar. La forma en que trata a Freddie es muy amable y
generosa. En el fondo no es tan egoísta.
Y a su esposa, tan
parecida a Lady Macbeth, ¿también la comprende?
Sus objetivos son diferentes, ella está más orientada
al negocio que él; él tiene un tipo de personalidad más creativa.
¿Es más falsa?
No. Es genuina porque es fiel a sí misma. Encuentro
demasiado simple esa definición. Yo soy real y usted falso… ¡No!
Le interesa más el
dinero que la fe…
Su camino de perfección es honesto. Y al mismo tiempo
es avara. Es complicado…
¿Le preocupaba hablar
sobre la integración de las almas salvajes?
La cuestión es ver qué pasa cuando mandas a alguien a
la guerra y le pides que se comporte como bestia en nombre de la libertad, y
luego ese tipo vuelve a casa y sigue comportándose igual. Es como enseñar a un
perro a atacar al que se acerca, y esperar que cuando un amigo viene a casa se
siente en su regazo.
Aquí narra otro pedazo
de historia del país, la dura llegada de la modernidad.
Es la resaca de la guerra, la resaca de la gran
carnicería. La gente trataba de ser feliz y optimista, pero no lo conseguía.
Si la Historia es una
sucesión de carnicerías y resacas, ¿dónde estamos ahora?
Parecería que son las tres y media de la mañana y
buscamos un vaso de agua antes de acostarnos para no tener resaca.
En esta guerra o
posguerra financiera no caen bombas, pero hay víctimas…
Es un mundo nuevo, las guerras son ciberespaciales y se
hacen por ordenador. Los niños ya no se pelean en los colegios, se pelean en
las redes sociales.
¿Usa mucho Internet?
Sí, me ayuda mucho a investigar, a jugar, a ver
porno...
¿Todavía le da al
porno?
Todo el tiempo, bueno, ahora menos: tengo tres niños...
Tiene una varita
mágica para los actores. Joaquin Phoenix ha resucitado.
Adoro trabajar con actores; cuando recuerdo las
películas que me gustan me acuerdo de las interpretaciones, y cuando escribo el
guion pienso en los actores, en la gente, no pienso en las tomas o en el
trabajo técnico.
en El País, 4 de enero de 2013
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