Por otra parte, este hombre tan apto
para aprenderlo todo no sabía nadar.
Suetonio
Sucede que tengo una pésima reputación.
En realidad no fui tan mala bestia.
El pueblo llano y la soldadesca
me adoraban: yo era su “niño bonito”,
su “lucero del alba”, el “padre de los ejércitos”.
Durante mi reinado de lírica asesina
no hubo una sola guerra. Bueno sí, hubo una
que mayormente no cuenta para nada
porque fue sólo una guerra de guerrillas muy corta
y en absoluto sanguinaria contra el dios
Neptuno rey de los mares, allá en las gélidas playas de
Germania…
Pero yo y mis legiones vencimos de nuevo:
le arrebaté a mi más fiero enemigo, el Rey de los mares,
todas sus caracolas marinas.
Dicen que me tuteaba con los dioses del Olimpo…
¡Cómo no iba a hacerlo
si yo era uno de ellos!,
un primus inter pares.
Practiqué el incesto con todas mis
hermanas. Luego las acusé de adúlteras y
me basé en el incesto para ridiculizarlas.
Enculé a efebos patricios,
fui enculado por actores griegos
de segunda y tercera categoría…
y a Incitato, mi noble caballo,
lo nombré senador vitalicio. Decidme:
¿Existe alguien más sagaz o
mayor cualificado que un caballo
para ejercer dicho cargo?
Elaboré edictos desternillantes.
Convertí a mi Palacio en una casa de putas
caras, ¿acaso no lo era ya antes?
Fui un jue inspirado e imprevisible
-incluso para mí mismo-. Inventé
algunos números de circo; escribí obras
de teatro irrepresentables, vestía como una loca
de las que hoy circulan (hoy sería sin duda
una drag queen o una chica Almodóvar).
Me adelanté a mi era. Fui cruel
hasta lo sublime, atroz hasta el éxtasis
del orgasmo.
Y aunque la Historia
se empeñe en considerarme, ante todo y más
que nada, un loco… un poeta maldito,
yo diría que nunca fui, bien pensado,
un hombre demasiado feliz
a pesar de habérmelo pasado tan a lo grande.
Sufría horribles jaquecas,
dormía un máximo de tres horas
cada noche. De ahí mi obsesión recurrente,
tal vez, de echarle un pollazo a la luna.
Y aunque Suetonio, el cabronazo hijoputa, asegura
en su libelo supuestamente objetivo
que pertenecí a la sagrada estirpe
de los monstruos desalmados, yo siempre
me consideré un tipo apuesto, arrogante,
muy viril por supuesto y siempre dispuesto
a madrugar en cama ajena.
en Revista El Llop Ferotge, 2007
Hola! Me ha gustado mucho tu blog...Te invito a que visites mi recien inaugurado www.pajarosenmicuaderno.blogspot.com
ResponderBorrarAllí espero postear bastante poesía entrerriana que anda dispersa por todos lados...
Me sirvió mucho tu recopilación de poesía mapuche...
Abrazos!
Muy bueno. No conocía a Compte, así que gracias por compartir!
ResponderBorrarPara eso estamos, Ignacio. Saludos.
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