HUINCA.- Claro, habíamos encontráo la última casa del mundo y también vienen hacerla tira; tu gente ta caa día más loca. Sigamos con la fiestoca nomás, a esos no se les puee entender qué quieren.
EVA.- ¡Pero es que vienen a echar abajo esto, no entendís!
HUINCA.- La que no entendís soy voh: yo te dije que aquí abajo toos los encuentros duran hasta que los demás quieren. Pero no te preocupís, toavía los quea un resto. Y ese resto que los quea es mejor que too lo que habís vivío, no podís despreciarlo. Lorea (señala en derredor): la casa ta lista, la mesa ta puesta y el corazón ta contento, que más querís.
EVA.- ¡Pero ellos tan allá ajuera!
HUINCA.- Eso no importa: esto es lo que queríai tener voh, ahora que lo conseguiste no podís dejarlo botao. Yo no creo en esto, prefiero irme pal otro lao, qu’es seguro; pero no te voy a echar a perder la alegría, porque ahora soy mía y esta es una manera de defenderte, así que dale nomás; aquí vamo a celebrar en una sola, toas las fiestas que no hemos celebrao. Ya, muévete, dale color, qu’es diciocho y los quea poco.
EVA.- Pero… ¿y después?
HUINCA.- (Mirando) ¿Ta güeno con esas aguirnaldas o querís poner más? Pucha, mi’acuerdo di’un diciocho que pasé una vez allá en…
EVA.- (Intranquila) Claro, es mejor no pensar en na. Voy a ver si ha hervío l’agua.
HUINCA.- ¿Pa qué querís agua?
EVA.- Pal té, po.
HUINCA.- ¡Cómo vamo a tornar té con causeo y en pleno diciocho! Voh seguís igual que antes de mala e la cabeza: vino, hay que tornar vino.
EVA.- ¡Pero yo quiero té, no vino!
HUINCA.- (Le toca la cara) Yo quiero vino, no té.
EVA.- Ah, tái lesiando. (Va, vuelve sin nada) Toavía no hierve… (Contenta) ¡Parece que se jueron, Güinca!
HUINCA.- No te alegrís na mucho, a lo mejor jueron a buscar dinamita pa terminar la pega di’un viaje y irse a celebrar. (Ríe) ¡Ya te veo volando por el aire!
EVA.- (Acercándose a él) ¿En serio que no tenís mieo?
HUINCA.- No po, como voy a’star contento y voy a tener mieo. Ya, yo me siento aquí en la cabecera, (lo hace) porque soy el jefe de la familia, voh ahí al medio. Dale po.
EVA.- (Revolviendo el causeo) Toavía no’stá l’agua po, no te dicen. Yo he visto que las mujeres no comen nunca tranquilas, porque tienen que llevarse parando a hacer cuestiones: pero aquí no va a ser na así.
HUINCA.- ¿O sea que querís ser emancipá?
EVA.- ¿Qué’s eso?
HUINCA.- Mira, anda por ahí nomás con hacerle empeño sin cobrar.
EVA.- ¿Por amor? Lindo po.
HUINCA.- No, no me vengái ná con barretas. Ya, anda a buscar l’agua.
EVA.- No ha hervío toavía, patrón.
HUINCA.- ¿Sabís?, tai igual que una vieja que conocí allá en La Unión: hacís puro teatro con la choca.
EVA.- ¿Qué vieja? ¿Ya me vai a contar otra mentira?
HUINCA.- ¿Cómo que mentira? (Ofendido) Creís que te cuento mentiras?
EVA.- No, son bromas. Me gusta que me contís esas cosas. (Pausa) Igual que siempre: yo hago cosas y voh contái historias. (Mira hacia afuera) ¿De qué te acordaste ahora?
HUINCA.- De una vez que la muerte amaneció en mi hermana, por allá cerca de la Unión, un pueblo que viene a quear entre Valdivia y Osorno. Como no la poíamos velar en el camión, tuvimos que pasiarla con toa su muerte por el pueblo, hasta que un viejo los emprestó una pieza donde guardaba las cosas pal invierno. Mi’acuerdo qu’estaba lloviendo a chuzo y por las rendijas entraba un frío que los llegaa a poner morás las manos y la cara. Cuando ya’stábamos medio congelaos, los dueños de la casa prendieron un tremendo brasero y se quearon con nosotros. (Eva mira hacia afuera tratando de escuchar) Pero como era la primera vez que veían un velorio tan rasca, los pegaban unas mirás de lobos, y a caa rato le decían al viejo: “Los velorios de por aquí son con guitarra, con comía”. Mi taita se hacía el leso, o les mostraba a mi mamá, que no paraba de mirarle la muerte a mi hermana. -¿No vis que toos saben que pal otro lao hay que irse contento?- (Eva asiente, sin dejar de mirar hacia afuera). Güeno, la cuestión jue que ya’estaba amaneciendo, cuando una vieja flaca como un cuchillo, se paró y puso una tetera al medio de las brasas. Pero la alegría los duró repoco, porque cuando hirvió l’agua, la vieja mandinga se mandó como diez mates seguíos, y después empezó a cebarle al viejo y a un güasteco regrande, que había ío creyendo que la cuestión era con fiesta; así que justo cuando los tenía que tocar a nosotros se acabó l’agua. Después cuando puso más y’stuvo lista, a los perlas les había entrao la sé otra ve y pasó la misma cosa. “Los velorios de por aquí son con guitarra, con comía”, decian enojaos, mientras soplaban el matecito pa tomárselo. Pucha, yo creo que d’entonces se me queó pegá esta sé tan grande aentro. (Pausa) Chita que pasamos cuestiones con los viejos. . . ¿Por aónde andarán ahora? (Animoso) ¿Te imaginái cuando yo ande por ahí y vea el camión a lo lejos?
EVA.- ¿Aónde lo vai a ver?
HUINCA.- Allá po, al otro lao. ¿Te gustaría conocerlos, Eva? Somos cuatro hermanos, dos mujeres y dos hombres, mi mamá…
EVA.- (Sorprendida) ¿Eva?... ¿Me dijiste Eva?
HUINCA.- Güeno, ¿y qué no te llamái así?
EVA.- Claro… Es que… O sea que a mí nunca me habían dicho así… (Emocionada) Parece que juera otra persona…
HUINCA.- Y otra soy yo; hasta te peinaste di’otra manera.
EVA.- ¿Te diste cuenta?
HUINCA.- Justo. ¿Y yo, cómo queé? Pucha, con el caracho lavao y esta peinaíta, parezco bacán, ¿ah? Pucha, pero voh sí que te pasaste pa cambiar; chita que tienen razón en el campo cuando dicen: “En la cara, agua limpia; que lo demás lo hace Dios”. Y a voh te lo hizo harto bien, si lo que pasaba era que te estucábai mucho; ahora vai a tener que andar con cuidao en la calle pa que no te roben los gitanos. (Antes que ella pueda contestarle) Güeno, ¿me vai a dar comía o no? ¿Quién es el hombrón aquí?
EVA.- (Contenta) Pucha que soy cargante ho, si te voi a dar. (Se acerca a él) ¿Voh creís que… (Confundida) Creís que…
HUINCA.- ¿Qué po?
EVA.- Na, o sea, que voh y yo…
HUINCA.- ¿Aónde?
EVA.- En cualquier lao, como toa la gente.
HUINCA.- Lo mejor que mia pasáo es verte contenta, pero no te volvái loca; nosotros no somos como toa la gente, aquí no; al otro lao sí, pero aquí es distinto: aquí ya no me dejan ni andar por la calle.
EVA.- Pero ahora no te van a llear na preso, yo voy a’star siempre a tu lao.
HUINCA.- A voh también te van a agarrar, ¿o ya se te olvidó lo del reló? Ellos no saben que voh querís pagar, que querís ser como toos; o sea, saben, pero no les importa. No, aquí no tenimos aonde ir, aquí ta too arreglao pa que no tengamos ni’un brillo: lo que tenimos que hacer es irlos pa la casa grande.
EVA.- ¿Y por qué no poímos tener una casa aquí?... En estos días la vía m’entregó too lo que me había escondío… ¿Ti’acordái que yo te decía que una casa no se llenaba con puros muebles, con puras cosas? ¡Ahora tengo too lo que me faltaba! Mira (le muestra como si tuviera algo entre los
brazos), no se ve, pero lo tengo too aquí. (Pausa) ¿Qué voy hacer con too esto? ¿Pa qué me lo devolvió entonces?
HUINCA.- Te las dio pa que te las llevarai pa onde’stán las tierras güenas; pal lao aonde los vamos hacer una casa con cobertizo, pa sentarlos a mirar en la tarde cuando se va entran…
EVA.- ¡Pero es que nosotros tamos vivos, tamos vivos!
HUINCA.- Qué sacái con tar vía si toos creen qu’estái muerta, oh. Aquí’stá vivo el que tiene el billete nomás, los demás tan toos muertos; yo los he cachao bien: quieren entrar a un tiatro y no tienen plata, quieren comprarse una pilcha y no tienen plata: quieren comer y no tienen plata. Yo no he necesitao nunca na, por eso lo he pasáo bien, pero he vivío entre puros muertos; ahora creen que uno ha muerto hasta porque no tiene corbata: por eso me chorié y me quiero irme… ¡Por qué crestas he durao tanto! No sé qué porquería de cirrosis me dio; no es la misma que le dio a los cabros.
EVA.- ¿No? (Absurdamente ilusionada) ¡Claro, si te hubiera dao la firme ya te habríai reventao! A lo mejor… ¡A lo mejor voh tenís remedio!
HUINCA.- No, esta es pior; m’está trabando entero, m’está dejando como…
EVA.- ¡Claro, tenís remedio!... Yo le voy hacer empeño y vamo a comprar cuestiones pa que te mejorís, vai a ver. (Se arregla el pelo, se estira la ropa) Ahora que dejé de tomar, ahora que no ando cansá, pueo ganar plata: siempre he ganao; no vamos’estar na muertos, vamo a tener pa too… Mira (le muestra la pierna), ya no tengo na en la pierna, ya se me borraron toas las marcas, pueo trabajar.
HUINCA.- ¡No, ya no poís trabajar en eso?
EVA.- ¿No?
HUINCA.- No po. Ahora soy otra cosa; no vai a trabajar más, nunca más en eso: ahora soy mi mujer.
EVA.- ¡Pero es que vienen a echar abajo esto, no entendís!
HUINCA.- La que no entendís soy voh: yo te dije que aquí abajo toos los encuentros duran hasta que los demás quieren. Pero no te preocupís, toavía los quea un resto. Y ese resto que los quea es mejor que too lo que habís vivío, no podís despreciarlo. Lorea (señala en derredor): la casa ta lista, la mesa ta puesta y el corazón ta contento, que más querís.
EVA.- ¡Pero ellos tan allá ajuera!
HUINCA.- Eso no importa: esto es lo que queríai tener voh, ahora que lo conseguiste no podís dejarlo botao. Yo no creo en esto, prefiero irme pal otro lao, qu’es seguro; pero no te voy a echar a perder la alegría, porque ahora soy mía y esta es una manera de defenderte, así que dale nomás; aquí vamo a celebrar en una sola, toas las fiestas que no hemos celebrao. Ya, muévete, dale color, qu’es diciocho y los quea poco.
EVA.- Pero… ¿y después?
HUINCA.- (Mirando) ¿Ta güeno con esas aguirnaldas o querís poner más? Pucha, mi’acuerdo di’un diciocho que pasé una vez allá en…
EVA.- (Intranquila) Claro, es mejor no pensar en na. Voy a ver si ha hervío l’agua.
HUINCA.- ¿Pa qué querís agua?
EVA.- Pal té, po.
HUINCA.- ¡Cómo vamo a tornar té con causeo y en pleno diciocho! Voh seguís igual que antes de mala e la cabeza: vino, hay que tornar vino.
EVA.- ¡Pero yo quiero té, no vino!
HUINCA.- (Le toca la cara) Yo quiero vino, no té.
EVA.- Ah, tái lesiando. (Va, vuelve sin nada) Toavía no hierve… (Contenta) ¡Parece que se jueron, Güinca!
HUINCA.- No te alegrís na mucho, a lo mejor jueron a buscar dinamita pa terminar la pega di’un viaje y irse a celebrar. (Ríe) ¡Ya te veo volando por el aire!
EVA.- (Acercándose a él) ¿En serio que no tenís mieo?
HUINCA.- No po, como voy a’star contento y voy a tener mieo. Ya, yo me siento aquí en la cabecera, (lo hace) porque soy el jefe de la familia, voh ahí al medio. Dale po.
EVA.- (Revolviendo el causeo) Toavía no’stá l’agua po, no te dicen. Yo he visto que las mujeres no comen nunca tranquilas, porque tienen que llevarse parando a hacer cuestiones: pero aquí no va a ser na así.
HUINCA.- ¿O sea que querís ser emancipá?
EVA.- ¿Qué’s eso?
HUINCA.- Mira, anda por ahí nomás con hacerle empeño sin cobrar.
EVA.- ¿Por amor? Lindo po.
HUINCA.- No, no me vengái ná con barretas. Ya, anda a buscar l’agua.
EVA.- No ha hervío toavía, patrón.
HUINCA.- ¿Sabís?, tai igual que una vieja que conocí allá en La Unión: hacís puro teatro con la choca.
EVA.- ¿Qué vieja? ¿Ya me vai a contar otra mentira?
HUINCA.- ¿Cómo que mentira? (Ofendido) Creís que te cuento mentiras?
EVA.- No, son bromas. Me gusta que me contís esas cosas. (Pausa) Igual que siempre: yo hago cosas y voh contái historias. (Mira hacia afuera) ¿De qué te acordaste ahora?
HUINCA.- De una vez que la muerte amaneció en mi hermana, por allá cerca de la Unión, un pueblo que viene a quear entre Valdivia y Osorno. Como no la poíamos velar en el camión, tuvimos que pasiarla con toa su muerte por el pueblo, hasta que un viejo los emprestó una pieza donde guardaba las cosas pal invierno. Mi’acuerdo qu’estaba lloviendo a chuzo y por las rendijas entraba un frío que los llegaa a poner morás las manos y la cara. Cuando ya’stábamos medio congelaos, los dueños de la casa prendieron un tremendo brasero y se quearon con nosotros. (Eva mira hacia afuera tratando de escuchar) Pero como era la primera vez que veían un velorio tan rasca, los pegaban unas mirás de lobos, y a caa rato le decían al viejo: “Los velorios de por aquí son con guitarra, con comía”. Mi taita se hacía el leso, o les mostraba a mi mamá, que no paraba de mirarle la muerte a mi hermana. -¿No vis que toos saben que pal otro lao hay que irse contento?- (Eva asiente, sin dejar de mirar hacia afuera). Güeno, la cuestión jue que ya’estaba amaneciendo, cuando una vieja flaca como un cuchillo, se paró y puso una tetera al medio de las brasas. Pero la alegría los duró repoco, porque cuando hirvió l’agua, la vieja mandinga se mandó como diez mates seguíos, y después empezó a cebarle al viejo y a un güasteco regrande, que había ío creyendo que la cuestión era con fiesta; así que justo cuando los tenía que tocar a nosotros se acabó l’agua. Después cuando puso más y’stuvo lista, a los perlas les había entrao la sé otra ve y pasó la misma cosa. “Los velorios de por aquí son con guitarra, con comía”, decian enojaos, mientras soplaban el matecito pa tomárselo. Pucha, yo creo que d’entonces se me queó pegá esta sé tan grande aentro. (Pausa) Chita que pasamos cuestiones con los viejos. . . ¿Por aónde andarán ahora? (Animoso) ¿Te imaginái cuando yo ande por ahí y vea el camión a lo lejos?
EVA.- ¿Aónde lo vai a ver?
HUINCA.- Allá po, al otro lao. ¿Te gustaría conocerlos, Eva? Somos cuatro hermanos, dos mujeres y dos hombres, mi mamá…
EVA.- (Sorprendida) ¿Eva?... ¿Me dijiste Eva?
HUINCA.- Güeno, ¿y qué no te llamái así?
EVA.- Claro… Es que… O sea que a mí nunca me habían dicho así… (Emocionada) Parece que juera otra persona…
HUINCA.- Y otra soy yo; hasta te peinaste di’otra manera.
EVA.- ¿Te diste cuenta?
HUINCA.- Justo. ¿Y yo, cómo queé? Pucha, con el caracho lavao y esta peinaíta, parezco bacán, ¿ah? Pucha, pero voh sí que te pasaste pa cambiar; chita que tienen razón en el campo cuando dicen: “En la cara, agua limpia; que lo demás lo hace Dios”. Y a voh te lo hizo harto bien, si lo que pasaba era que te estucábai mucho; ahora vai a tener que andar con cuidao en la calle pa que no te roben los gitanos. (Antes que ella pueda contestarle) Güeno, ¿me vai a dar comía o no? ¿Quién es el hombrón aquí?
EVA.- (Contenta) Pucha que soy cargante ho, si te voi a dar. (Se acerca a él) ¿Voh creís que… (Confundida) Creís que…
HUINCA.- ¿Qué po?
EVA.- Na, o sea, que voh y yo…
HUINCA.- ¿Aónde?
EVA.- En cualquier lao, como toa la gente.
HUINCA.- Lo mejor que mia pasáo es verte contenta, pero no te volvái loca; nosotros no somos como toa la gente, aquí no; al otro lao sí, pero aquí es distinto: aquí ya no me dejan ni andar por la calle.
EVA.- Pero ahora no te van a llear na preso, yo voy a’star siempre a tu lao.
HUINCA.- A voh también te van a agarrar, ¿o ya se te olvidó lo del reló? Ellos no saben que voh querís pagar, que querís ser como toos; o sea, saben, pero no les importa. No, aquí no tenimos aonde ir, aquí ta too arreglao pa que no tengamos ni’un brillo: lo que tenimos que hacer es irlos pa la casa grande.
EVA.- ¿Y por qué no poímos tener una casa aquí?... En estos días la vía m’entregó too lo que me había escondío… ¿Ti’acordái que yo te decía que una casa no se llenaba con puros muebles, con puras cosas? ¡Ahora tengo too lo que me faltaba! Mira (le muestra como si tuviera algo entre los
brazos), no se ve, pero lo tengo too aquí. (Pausa) ¿Qué voy hacer con too esto? ¿Pa qué me lo devolvió entonces?
HUINCA.- Te las dio pa que te las llevarai pa onde’stán las tierras güenas; pal lao aonde los vamos hacer una casa con cobertizo, pa sentarlos a mirar en la tarde cuando se va entran…
EVA.- ¡Pero es que nosotros tamos vivos, tamos vivos!
HUINCA.- Qué sacái con tar vía si toos creen qu’estái muerta, oh. Aquí’stá vivo el que tiene el billete nomás, los demás tan toos muertos; yo los he cachao bien: quieren entrar a un tiatro y no tienen plata, quieren comprarse una pilcha y no tienen plata: quieren comer y no tienen plata. Yo no he necesitao nunca na, por eso lo he pasáo bien, pero he vivío entre puros muertos; ahora creen que uno ha muerto hasta porque no tiene corbata: por eso me chorié y me quiero irme… ¡Por qué crestas he durao tanto! No sé qué porquería de cirrosis me dio; no es la misma que le dio a los cabros.
EVA.- ¿No? (Absurdamente ilusionada) ¡Claro, si te hubiera dao la firme ya te habríai reventao! A lo mejor… ¡A lo mejor voh tenís remedio!
HUINCA.- No, esta es pior; m’está trabando entero, m’está dejando como…
EVA.- ¡Claro, tenís remedio!... Yo le voy hacer empeño y vamo a comprar cuestiones pa que te mejorís, vai a ver. (Se arregla el pelo, se estira la ropa) Ahora que dejé de tomar, ahora que no ando cansá, pueo ganar plata: siempre he ganao; no vamos’estar na muertos, vamo a tener pa too… Mira (le muestra la pierna), ya no tengo na en la pierna, ya se me borraron toas las marcas, pueo trabajar.
HUINCA.- ¡No, ya no poís trabajar en eso?
EVA.- ¿No?
HUINCA.- No po. Ahora soy otra cosa; no vai a trabajar más, nunca más en eso: ahora soy mi mujer.
1980
No hay comentarios.:
Publicar un comentario