i
Eres la que va de frente,
desafiante;
soportando la mirada,
protegida en el silencio.
ii
De la sirena que toca en la hora justa
y los trabajadores suben contentos y cansados
a merendar su pan de atunes a la plaza.
Los desempleados juegan dama;
las palomas se resisten a partir.
Abro el diario y veo las noticias.
Se refugia el rey
entre avance mínimo y derrotas… La mayor de ellas,
nuevamente,
la partida inexistente.
iii
Soy el que va de espaldas,
despidiéndose,
sin haber dicho nunca nada.
en Plegarias del olvido, 1956
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