domingo, abril 18, 2010

"El sueño del esclavo", de Henry Wadsworth Longfellow

© Traducción de Juan Carlos Villavicencio




Junto al arroz disgregado yacía él,
Su hoz en la mano;
Su pecho estaba desnudo, su pelo enmarañado
Fue enterrado en la arena.
De nuevo, en la niebla y en la sombra del sueño,
Él vio su Tierra Natal.

Vasto a través del paisaje de sus sueños
Fluía señorial el Níger;
Debajo de las palmeras en la llanura
Otra vez caminó como rey;
Y oyó el tintineo de las caravanas
Descender el camino de la montaña.

Vio una vez más a su reina de ojos oscuros
Que se alzó entre sus hijos;
Ellos se colgaron de su cuello, ellos besaron sus mejillas,
¡Ellos lo llevaban de la mano! -
Una lágrima brotó de los párpados del durmiente
Y cayó sobre la arena.

Y después a una velocidad furiosa cabalgó
A lo largo de la ribera del Níger;
Sus bridas y riendas eran cadenas de oro,
Y, con un metálico ruido marcial,
En cada salto él podía sentir su vaina de acero
Golpeando su flanco semental.

Antes de él, como una bandera rojo sangre,
Los brillantes flamencos volaron;
De la mañana a la noche él siguió su vuelo
Sobre llanuras donde creció el tamarindo,
Hasta que vio los techos de las chozas de Cafres,
Y el océano se alzó para ver.

Por la noche oyó a un león rugir,
Y a la hiena gritar,
Y al hipopótamo, como cuando él aplastaba los juncos
Al lado de alguna corriente escondida;
Y pasó, como un glorioso redoble de tambores,
A través del triunfo de su sueño.

Los bosques, con su multitud de lenguas,
Gritaban de libertad;
Y el Soplo del Desierto exclamó en voz alta,
Con una voz tan salvaje y libre,
Que él inició en su sueño y sonrió
En su tempestuoso regocijo.

Él no sintió el látigo del capataz,
Ni el ardiente calor del día;
Porque la Muerte había iluminado la Tierra del Sueño,
Y su cuerpo sin vida yacía
Como una cadena completamente gastada, que el alma
Había roto y tirado lejos.






1842










The slave's dream

Beside the ungathered rice he lay,/ His sickle in his hand;/ His breast was bare, his matted hair/ Was buried in the sand./ Again, in the mist and shadow of sleep,/ He saw his Native Land.// Wide through the landscape of his dreams/ The lordly Niger flowed;/ Beneath the palm-trees on the plain/ Once more a king he strode;/ And heard the tinkling caravans/ Descend the mountain-road.// He saw once more his dark-eyed queen/ Among her children stand;/ They clasped his neck, they kissed his cheeks,/ They held him by the hand!-/ A tear burst from the sleeper's lids/ And fell into the sand.// And then at furious speed he rode/ Along the Niger's bank;/ His bridle-reins were golden chains,/ And, with a martial clank,/ At each leap he could feel his scabbard of steel/ Smiting his stallion's flank.// Before him, like a blood-red flag,/ The bright flamingoes flew;/ From morn till night he followed their flight,/ O'er plains where the tamarind grew,/ Till he saw the roofs of Caffre huts,/ And the ocean rose to view.// At night he heard the lion roar,/ And the hyena scream,/ And the river-horse, as he crushed the reeds/ Beside some hidden stream;/ And it passed, like a glorious roll of drums,/ Through the triumph of his dream.// The forests, with their myriad tongues,/ Shouted of liberty;/ And the Blast of the Desert cried aloud,/ With a voice so wild and free,/ That he started in his sleep and smiled/ At their tempestuous glee.// He did not feel the driver's whip,/ Nor the burning heat of day;/ For Death had illumined the Land of Sleep,/ And his lifeless body lay/ A worn-out fetter, that the soul/ Had broken and thrown away!//

No hay comentarios.:

Publicar un comentario