Abrí la puerta, y con gran sorpresa encontré a la hermosa abadesa acostada sobre un sofá, casi desnuda. […] y ella sóo vestía una enagua casi transparente que permitía contemplar con bastante claridad los globos llenos y redondos de sus pechos, y una cintura de avispa que se ensanchaba en la magnificencia abombada y admirable de las caderas. A su lado yacía la bella Eufrosina, vestida nada más con una enagua tan fina como la gasa, con la suavidad de un blanco lechosos del cuerpo de la abadesa, y sus senos, pequeños y levantados, parecían avanzar con orgullo después de haberse liberado del sostén que los había tenido aprisionados. En ese instante todo el pánico me abandonó, sentí que se me cortaba la respiración y que las rodillas se me doblaban del deseo.
(...)
Después de cerrar la puerta, se levantó, y abandonando el sofá, me agarro de la mano. […] El corazón me latía frenéticamente mientras contemplaba la esplendidez de su cuerpo. ella, sonriéndome también, me condujo hasta el sofá, y sin más metió la mano bajo mi vestido y aferró el centro agitado de mi pasión.
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¡Te da vergüenza, angelito! -exclamó de pronto- ¡No debes sentirla! ¡Te lo prohíbo! Avergonzarse es una muestra de modestia, y … ¿A qué viene la modestia?, ¿Por que tienes un coño? Todas lo tenemos. No, chiquilla, la modestia es una bobería. Yo diría que es el resultado de que nos hayan enseñado que el amor, su expresión física y los instrumentos de esa expresión, son cosas de las cuales hay que avergonzarse. La realidad, claro, es que la naturaleza nos ha creado con esos apetitos y esas características. No puede pensarse que ella nos haya dado cosas respecto a las cuales quiere que nos avergoncemos
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- ¡Oh, chiquillas queridas! ¡Estoy gozando mucho! - gritó, frotando la cara contra una y después contra otra-. Vamos a desnudarnos todas, y disfrutar juntas de los grandes placeres del amor.
(...)
- Julieta querida -suspiró, tocando con la lengua mi cuello, y quitándome al mismo tiempo la ropa interior-, eres un tributo a lo femenino. Verte es deslumbrarse. Ya estaba yo desnuda; los dedos hábiles de la madre Delbéne me acariciaron los pezones, y su lengua caliente y húmeda penetró agudamente en mi boca. Se había dado cuenta de inmediato que sus atenciones tenían en mí un efecto poderoso.
(...)
La espléndida abadesa suspiró con deleite y se dejó caer sobre nosotras; su lengua caliente y húmeda se abrió paso por la parte interior de mis muslos; después cambió un poco de posición para dejar que Eufrosina hiciera lo mismo con ella, y yo, sometiéndome con gozo al magnífico encanto de todo eso, tomé a la hermosa Eufrosina por las caderas y metí la cabeza entre sus piernas completando el terceto.
De la segunda parte del "Libro Primero" de Juliette, 1796.
No podías seguir un poquito más????
ResponderBorrarCortar el relato justo en lo más interesante...
La Abadesa debería casstigaros, y mandaros a rezar sobre granos de máiz!
Jajajajajajaja
ResponderBorrarEs durísimo leer al Marqués de Sade, pero para los que les interese el tema "Cantos de Maldoror" de Lautreamont o "Las Once Mil Vergas" de Apollinare sobrepasan a Sade...
ResponderBorrar¡Saludos!
uo! Ese libro es lo mejor, a mi me encantó, un verdadero maestro del placer y libertinaje..
ResponderBorrarSaludos
Neftis
Un libro excelente, complementado con justinne. La fuerza que tiene la escena de Juliette con el Papa no tiene igual en la literatura... lo digo en serio.
ResponderBorrarSaludos,
pasense si quieren ;)
leí Juliette cuando tenía unos veinte años supongo que habré recurrido mucho al onanismo pero ya ni me acuerdo, gracias por el relato
ResponderBorrarLa edición de Tusquets es la justicia que durante siglos se le ha negado al Marqués de Sade. Hasta que leí el libro de 900 y más páginas me di cuenta que todas las ediciones anteriores son burdas invenciones de los editores.
ResponderBorrarMarques de Sade es uno de escritores cumbres en lo relativo al libertinaje, nada que decir, desde la filosofia en el tocador hasta Juliette, todo es bueno.
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