Algunos
somos lo suficientemente jóvenes
como para tener madres.
Por eso a veces los carteros ingleses
golpean con los pies nuestras puertas
y traen inmensas encomiendas de Chile.
como para tener madres.
Por eso a veces los carteros ingleses
golpean con los pies nuestras puertas
y traen inmensas encomiendas de Chile.
Dicen
"somos los carteros y traemos encomiendas"
entonces nosotros
"pasen a tomarse un cafecito"
y ellos
"no, no, somos ingleses y trabajamos de 8 a 12"
y nos dejan paquetes amarrados con mucha fuerza
y grandes letras muy marcadas como
si las madres temieran que el avión perdiera el rumbo
y la encomienda fuera a parar a manos de algún Africano
Costarricense o Florentino de parecido nombre al nuestro.
"somos los carteros y traemos encomiendas"
entonces nosotros
"pasen a tomarse un cafecito"
y ellos
"no, no, somos ingleses y trabajamos de 8 a 12"
y nos dejan paquetes amarrados con mucha fuerza
y grandes letras muy marcadas como
si las madres temieran que el avión perdiera el rumbo
y la encomienda fuera a parar a manos de algún Africano
Costarricense o Florentino de parecido nombre al nuestro.
Pero
eso no es todo, no es ni la mitad
las encomiendas traen pequeños milagros
traen retazos de luces y aromas traen
fieles formas de sombras preconcebidas
por nosotros traen suciedades para
el alma del que todos sabemos.
las encomiendas traen pequeños milagros
traen retazos de luces y aromas traen
fieles formas de sombras preconcebidas
por nosotros traen suciedades para
el alma del que todos sabemos.
Sí,
acá llueve firme y
el exilio no puede impedir que las madres
nos envíen encomiendas
con gruesas letras y cáñamo
escogido.
el exilio no puede impedir que las madres
nos envíen encomiendas
con gruesas letras y cáñamo
escogido.
en Poesía chilena contemporánea, 1997
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