martes, noviembre 20, 2018

“Un plan”, de Jenaro Prieto





Quiera Dios y el país que nunca llegue a ser Ministro de Relaciones exteriores, porque también tengo un plan para arreglar nuestras cuestiones internacionales.

Mi plan es complicado y sencillo al mismo tiempo: complicado, porque creo que los problemas internacionales se arreglan embolisnándolos, y sencillo, porque consiste en hacer todo lo contrario de lo que, hasta hoy, ha hecho el Gobierno.

¿Qué Bolivia y Perú piden el desahucio y la revisión de un Tratado? Pues, el asunto no es para perder el sueño. Todos los países han celebrado Tratados con las naciones limítrofes, y por lo menos la mitad está ya arrepentida de haberlo hecho y quisiera modificarlos en conformidad a sus intereses. Venga, pues, la revisión de los contratos y que hablen a una voz todas las cancillerías descontentas. Que el Ecuador reclame del Perú, Argentina del Brasil, Paraguay de la Argentina, Venezuela de Colombia y esta y México de los Estados Unidos, y desahucie, si es posible, España, su reconocimiento de la independencia de cada una de las actuales repúblicas americanas; protesten a su vez los aborígenes del derecho de conquista, alejado por nuestra madre patria, y procédase a la revisión general de todos los tratados de que hay recuerdo en la historia del nuevo y antiguo continente.

Busquemos una “solución de conjunto”, como dice don Eliodoro Yáñez, y opongamos a la vieja doctrina de Monroe esta moderna teoría: “América para los indígenas”.

A la semana siguiente de presentada a la Sociedad de las Naciones la revisión conjunta de cincuenta o cien Tratados, sus miembros se pondrían un botoncito en la solapa que dijera: “No me hable usted de revisiones”, y por la cuestión de Tacna y Arica quedaría en “in pase” por los siglos de los siglos.

Esta es la fórmula de arreglo que he llamado “complicada”; en cuanto a la “sencilla”, consiste como está dicho, en obrar a la inversa del actual Gobierno.

En vez de iniciar gestiones que puedan disminuir el territorio, iniciar las que puedan aumentarlo. En vez de esperar que Bolivia pida un puerto en el Pacífico, apresurarse a pedirle uno en el Atlántico, o a lo menos una salida al Titicaca. En vez de aguardar que el Perú presentara una modificación a la fórmula Hughes, presentarla nosotros, y en vez de aceptar la de ellos, conseguir que ellos acepten la nuestra. En vez de hablar en las negociaciones de un misterio que no existe, tratar de que existiera y no contárselo a nadie. En vez de decir que Chile no toleraba el arbitraje por ningún motivo y aceptarlo al fin, haber dicho que lo toleraba y no aceptarlo nunca. En vez de celebrar la juventud de nuestro Ministro de Relaciones, poder felicitarnos de la juventud del Ministro de Relaciones del Perú. En vez de que el Gobierno diera instrucciones a los delegados de Washington, esperar que estos se las dieran a él, y en lugar de llegar a una fórmula que, al decir del Canciller, “da toda clase de garantías al Perú”, llegar a otra que diera toda clase de garantías a Chile.

Este es mi modesto y sucinto programa ministerial. Desde luego, creo contar con la opinión del señor Yáñez. Si es del agrado del país, no tiene sino tarjar de una plumada todo lo hecho y obtener del señor Barros que me ceda por quince días la cartera de Relaciones Exteriores.



en Pluma en ristre, 1925











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