miércoles, agosto 08, 2018

“La calle escarlata”, de Germán Arestizábal





Siempre llueve en esa calle, la gente lleva sombrero, hay olor a pizza y florerías, altas veredas, como las inalcanzables mujeres que descienden de brillantes coches con chofer.

Edward G. Robinson camina despacio, masticando recuerdos, aquí encontró al amor que trastornó su vida, duró muy poco y con triste final, por unos días se sintió amado, alto, audaz, juvenil y vivaz. Esto fue hace mucho tiempo, hoy arrastra los pies, hablando solo por esta calle, esperando tal vez volver a verla una vez más.



en Caballo de Proa Nº 38, enero 2001











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