miércoles, enero 10, 2018

"Raíces", de Luis Vulliamy







Respire por mí en la casona construida por
mi abuelo, una noche de verano, enero
llanto y probablemente estrellas.

Así, creciendo de la carne a la tierra,
yo besaba las manos si cantaban los pájaros,
esperando rompieran florecidos los labios,
el secreto del cú cú o la alzada del álamo.

La prolongación agreste de los juegos
multiplicó sus caminillos por el huerto,
alternando la humedad de las verduras,
por el incitante aliento de las pomas, o
la colorida agilidad de los insectos.

Escuché también entonces cristalinas, las
primeras campanas de la escuela, y
del viejo maestro las palabras, reposadas y buenas.

Era el amado orden del Sur un cotidiano
rito de viento y de madera, casas viejas, la
desierta calle y la lenta persistencia de lluvia.

Débil vozarrón entre la piedra, la vida
transcurría como un río; estacionaria
en su calor la lila, aún su blanco aroma repetía.

No recuerdo cuándo asomó la tristeza, y
el azúcar se esfumó de mis lágrimas,
silencioso después, como el tiempo sin alma, con
los ojos cerrados me alejé de la infancia.






en Rito de viento y de madera, Editorial UV, 2017




Originalmente en Ritual del hombre inquieto, 1954


























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