martes, septiembre 05, 2017

“Gracias y desgracias del antipoeta”, de Gonzalo Rojas







Antiparriendo, remolineando,
que Kafka sí, que Kafka no,
buena cosa, roba-robando,
se va Cervantes y entro Yo.

Me llamo Nick, me llamo Nack,
me pudro y pudro lo que toco.
Díganme loca, díganme loco,
pero más grande me gusta más.

Publiquen grande lo que escribo,
que se oiga en USA y en Moscú.
Sabes qué más, Rimbaud: ni tú.
Me arrastro, claro, pero arribo.

Me arrastro y subo y tengo precio.
Yo sí que soy la gloria. A ver
qué vale más: ser o tener.
Me abanico con tu desprecio.

Me pregunto de dónde vengo
con tanta gracia, violín violán,
si de New York o de Chillán,
o si apenas vengo de Rengo.

Pero lo cierto es que no hay quién,
no hay quién, no hay quién, no hay quién, no hay quién,
no hay en ninguna parte quién,
absolutamente no hay quién.

Pues antiyendo y antiviniendo,
antitumadre y antimateria,
aquí me tienen en la feria
antiescribiendo y antisiendo.

Me dieron orden de envenenar,
de envenenar la poesía.
Maldita tu tía y la mía
y me la tengo de viciar.

Venid lesbianas y maricos,
lisérgicos todos, venid.
Sacad el quod, meted el qüid:
qué gusto ser gusto de ricos.

Bailemos la antipoesía,
la antipoé con la antipó;
mi tío se mea en tu tía
y Baudelaire se te acabó.

Dicen que dicen que soy el único
con mi artefacto original,
que soy el sol, que soy la sal,
patán, patudo, patatúnico.

Yo soy, yo soy el Individuo
y el dólar me dio la razón:
arreglín, qué más, arreglón,
individuo color residuo.

Las cosas pasan porque pasan
y pasa este mundo al revés,
cuando escribo pienso en inglés,
todas mis gringas se me casan.

Antiparriendo, remolineando,
que Kafka sí, que Kafka no,
buena cosa, roba-robando,
se va Cervantes y entro Yo.

Y que me acusen al Che Guevara
que escribo versos de salón:
nadie me dice maricón;
qué tanto Che, prefiero mi cara.

Si pudiera poder y pudiera
Cuba sí con yanquis también
pero lo cierto es que no hay quién
aunque diera la vuelta entera.

Ahora mismo no sé qué hacer
con tanta pinta pero me agacho:
aprende a morir como macho
me dijo un día mi mujer.

Que estoy afónico, que Neruda:
que de una vez termine la farra:
que quién me pasó la guitarra:
que Dios le ayuda al que la suda.

Que no haga el loco ni la loca,
que uno más no es ningún portento,
que a partir de cierto momento,
que el peje muere por la boca.

Y qué tanta bulla de inglés
si aquí termina el zafarrancho,
y la chancha le dijo al chancho
antiacabemos de una vez.

Por último déjenme suelto,
total ni Whitman ni Picasso
y al mismo Dante por si acaso
¡juntos sí pero no revueltos!

Digan que sí, digan que no,
digan que soy un comemierda:
que aquí se me acaba la cuerda:
que si Cervantes, que si Yo.

Pero lo cierto es que no hay quién,
no hay quién, no hay quién, no hay quién, no hay quién,
no hay en ninguna parte quién,
absolutamente no hay quién.

Rima pobre, métete el miedo:
rima rica con disimulo:
¡gracias y desgracias del culo
como ya lo dijo Quevedo!





en Tebaida, Nº 1, julio-diciembre 1968















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