viernes, julio 21, 2017

“Los amantes”, de Kurt Folch




 
El animal fue sacrificado.

Y sonó (por el viento) clara
una campana de aire –al azar
extendió sus notas (de pueblo

fantasma) bajo el parrón

donde se molía el verano
que precede los últimos oficios-.

Cayó

            la sangre llenando los tiestos
            profundos hasta desbordarlos.

El rostro

            separado del resto fue lavado
            y llevado después

dócilmente

            vadeando charcos de luz
            entre ramas de níspero y limonero

como una criatura.

El resto fue cuestión de simple oficio:
practicar una incisión, repartir, comer.

Dejar las sobras para los perros.



en Thera, 2002








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