lunes, enero 23, 2017

“Señora Gabriela Mistral”, de Matías Rivas



 

Su piedad piadosa de virgen violada,
de reina de los afligidos y madre de leche roja,
escasa como densa, señora de pocos aspavientos,
nadie le va a negar el lugar suyo en la corte de
los presumidos señores de la lengua.
Aunque se derramaran hordas de ira contra
su gusto a clavo muerto y se encendieran piras
con sus libros, sería sólo por vernos reflejados
en el espejo infeliz de un niño mordiendo
su propia mano.
Nadie se espanta, sin embargo, con las cascadas
de letras que aterran el decir.
Nadie sumerge su cara en el agua quebrada
de su lirismo de veguina del Siglo de Oro.
Señora, usted, que masca la lengua de llanto
y reza en acaloradas iglesias plegarias de viva,
disculpe la torpeza de los alcaldes y del mundo
cultural; usted ya no es una estatua, su gusto
a nada parecido es el sostén de los peñones
más duros de nuestro idioma. Una vieja para Chile,
qué honor.



en Aniversario y otros poemas, 1997






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