Dos fragmentos
7 de marzo
En Scitture estreme,
Franco Rella cita un aforismo de Kafka: “Hay un punto desde donde ya no es
posible el regreso. Este es el punto a alcanzar”. No puedo decidir si es un
impulso optimista o pesimista; expresa un deseo, pero no sé si es un deseo de
destrucción o de futuro absoluto, de utopía absorta en lo que vendrá y no en lo
que fue. Aunque todo lo que sabemos sobre Kafka inclina a pensar que el aforismo
es pesimista, la negación del cumplimiento de toda promesa y de la llegada a
una tierra prometida parece más un ansia de nuevo comienzo, de punto cero,
abolición de una historia maldita o corte simple con la repetición. Nacimiento,
no renacimiento. No hay tiempo para que el pasado ensucie o enturbie el
presente. El pasado como mancha: alejarse de él, llegar al punto de no retorno.
23 de febrero
Leo El
doble de Dostoievski, en alemán, para que la lejanía de la lengua produzca una
especie de “efecto de distancia”. No puedo imaginar la escritura de una novela
en ruso. Cuando se leen traducciones al castellano de otras lenguas europeas,
siempre hay una especie de telón de fondo donde se proyecta un fantaseado
original. Pero ¿del ruso?, ¿cómo puedo imaginar el ruso? Bachtin dice que
Dostoievski toma el pequeño oficinista de Gógol y lo presenta como
autoconciencia. Exactamente, sólo que la autoconciencia de Goliadkin es
equivocada: en lugar de conocerse, se desconoce de modo radical. El doble es un
monólogo cortado por diálogos donde nada es confiable: el monólogo de alguien
que ve a su doble y el narrador no interviene, nos deja allí, frente al loco. Dostoievski
se atiene a esa alucinación de Goliadkin. Novela increíble, donde no existen
esos “asesinos por amor” y otras especies de oxímoron que provocaron la mirada
condescendiente de Borges. Está, en cambio, Beckett y, para Nabokov, Joyce.
en Bazaramericano.com (Año XI, Nº 57), 2016
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