lunes, febrero 08, 2016

“En la isla a veces habitada”, de José Saramago








En la isla a veces habitada de lo que somos,
hay noches, mañanas y madrugadas
en las que no necesitamos morir.

Entonces sabemos todo lo que fue y será.
El mundo aparece explicado definitivamente
y nos invade una gran serenidad,
y se dicen las palabras que la significan.

Levantamos un puñado de tierra
y lo apretamos entre las manos.
Con dulzura.
Ahí se encierra toda la verdad soportable:
el contorno, el deseo y los límites.

Podemos decir entonces que somos libres,
con la paz y la sonrisa de quien se reconoce
y viajó infatigable alrededor del mundo,
porque mordió el alma hasta sus huesos.

Liberemos lentamente la tierra donde ocurren milagros
como el agua, la piedra y la raíz.

Cada uno de nosotros es de momento la vida.
Que eso nos baste.



en Poesía completa, 2005



Dedicado a Miguel Concha, amigo que partió… antes.







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