domingo, diciembre 20, 2015

“Absolutamente moderno”, de Mario Verdugo







Cuando fui a ver Face/Off al cine
y luego conseguí desarrollar esa tecnología
para intercambiar rostros con mi amigo Juan,
poniéndome por primera vez en su pellejo,
pude comprobar lo mucho que él sufría,
            cómo le agobiaban las altas temperaturas,
                        cómo el sol quemaba sus mejillas por dentro,
                                   cómo la luz le arrancaba los ojos.

Cuando sobreponiéndome al sueño y la pena,
pude ver en una misma noche,
la versión original de La Mosca
y el refrito de Cronenberg,
mi mente se agilizó hasta un punto extraordinario,
y fue como si de pronto se me hicieran ostensibles
            la paradoja de Zenón,
                        el teorema de Gödel,
                                   la diferencia derridiana.

Cuando me colé a la avant-première
de X-Men 2, y movido por su trama,
logré imitar las técnicas metamorfas
del personaje Mystique,
pude cumplir el viejo sueño
de pasear por las calles
con el aspecto de mi amiga Susana,
de manera que experimenté en carne propia
la alegría de ser contemplado
               con gusto y beneplácito,
                               con admiración e impaciencia,
                                                con envidia y solemnidad.



en Miss poesías, 2014






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