viernes, mayo 01, 2015

“El poeta es un obrero”, de Vladimir Mayakovski








Se le ladra al poeta: «¡Quisiera verte con un torno!
¿Qué, versos? ¡Pamplinas!
¡Y cuando llaman al trabajo, te haces el sordo!».

Sin embargo es posible que nadie
ponga tanto ahínco en la tarea
como nosotros.
Yo mismo soy una fábrica.
Y si bien me faltan chimeneas,
esto quiere decir
que más coraje me cuesta serlo.
Sé muy bien
que no gustan de frases vacías.
Cuando asierran la madera es para hacer leños.
Pero nosotros…
qué somos sino ebanistas
que trabajan el leño de la cabeza humana.

Por supuesto que pescar es cosa respetable.
Echar las redes.
¿Quién sabe? ¡Tal vez un esturión!
Pero el trabajo del poeta es más beneficioso:
la pesca de hombres vivos, esto es lo mejor.

Enorme, ardiente es el trabajo en las fundiciones,
donde se forma el hierro chisporroteante.
¿Pero quién
se atrevería a llamarnos holgazanes?
Nosotros bruñimos las mentes con áspera lengua.

¿Quién es más aquí?
¿El poeta o el técnico que procura a los hombres
tantas ventajas prácticas?
Los dos.
Los corazones son también motores.

El alma es también fuerza motriz.
Somos iguales:
Camaradas de la clase trabajadora.
Proletarios del cuerpo y del espíritu.
Solamente unidos,
solamente juntos podremos engalanar el universo
y acelerar el ritmo de su marcha.

Ante una oleada de palabras, levantemos un dique.
¡Manos a la obra! ¡Al trabajo, nuevo y vivo!
Y a los que discursean
que se les mande al molino.
¡Para que el agua de sus discursos haga girar sus aspas!



en Colección antológica de poesía social
(Cuaderno 59), 2013