martes, marzo 31, 2015

"Breaking Glass o la grieta en el espejo", de Andrés Morales

Prólogo a Breaking Glass, poemario dual de Carlos Almonte y Juan Carlos Villavicencio




“Tengo miedo de perder la maravilla” dijo alguna vez el poeta Federico García Lorca. Este espejo roto es la sustancia de dos espejos y de esa maravilla que se miran. Como en “Las Meninas” de Velásquez, el artista está en su momento extremo, se hace ver, y es el indolente, el suspicaz, el protagonista. En Breaking Glass los artistas, los poetas, han sido aquellos que, de verdad, están hablando y cantando en este mundo de silencio que nunca ha dado frutos.

Estos son los acordes y las pausas de Villavicencio y Almonte, un mundo dodecafónico en contrapunto de armonía, síntesis y cacofonía: un mundo al fin. ¿Acaso no es eso lo que busca el poeta cuando quiere hablar? ¿Hablar o mantener el silencio cómplice de la nada? Almonte y Villavicencio han devuelto la música a la música. Son dos ejecutores de lo que los dioses alguna vez quisieron hacer: ¿Apolo?, ¿las musas?, ¿Orfeo? Ahí está el espejo roto que Juan Carlos Villavicencio y Carlos Almonte nos entregan hoy, como si fuera Éfeso, Pompeya o Atenas. Un ágora de voces que rompen las columnas y abiertamente son un destello de luz en la oscura realidad del sol negro que nos cubre en la poesía chilena.

¿Y cuál es el ejercicio aquí? Mallarmé y Verlaine decían que la música está antes que todo. Este libro es el diálogo en la infinita pregunta y respuesta de las partituras viejas y modernas que arrebatan al oyente y al lector. Arrebato digo yo y lo digo pensando en estos versos. Nada más difícil. Ver en este espejo roto sin mirarnos en la difícil composición y en la deformación atroz de la realidad que nadie podrá recuperar: sólo el músico y el poeta, desde siempre juntos tras Érato que dicta y que, hoy, como nunca escucha estas voces, no en canon, sino en la disidencia asociativa.

Lo que sí debo decir es que aquí Almonte y Villavicencio han demostrado su oficio. Pero más que eso, han desafiado a los dioses que nunca serán débiles: “Canta, Oh musa, la cólera del pélida Aquiles”. En estos poemas la ira es poesía y la poesía es ira.






Octubre 2013






















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