jueves, diciembre 25, 2014

"Elegía", de Hristo Botev





Dime, oh, dime, pobre pueblo, ¿quién te mece
en esta cuna, en la cuna maldita de eterno esclavo?
¿Aquel que atravesó antaño
al Salvador en el costado,
o aquel que siglo tras siglo te canta:
“¡Soporta y salvarás tu alma!”?

¿Él, o algún nuncio suyo,
de Loyola nacido, hermano de Judas,
traidor consabido y vivo augurio
de más tormentos para los desdichados,
un usurpador nuevo, un ave de rapiña, uno
que vende a su hermano y asesina a su propio padre?

¿Es él? ¡Confiesa! Calla el pueblo.
Atruenan cadenas aterradoras.
¡Y ni un grito de libertad!
Sólo apunta el mudo pueblo, con la frente ceñuda,
a los notables: caterva de bestias
con levitas, sotanas; ciegos con ojos.

Apunta el pueblo, y el sudor de su frente
sobre su propia lápida sangra:
la cruz clavada en carne viva,
la herrumbre carcome el hueso roído,
la culebra consume la vida del pueblo,
la consumen los nuestros y los ajenos.

Y el pobre esclavo soporta… Mientras,
sin parpadeo y sin sonrojo, contamos los siglos
bajo el yugo, contamos los siglos
de tronantes cadenas. Contamos,
y, con una fe ciega en esta obtusa estirpe oscura,
esperamos que nos llegue el turno, nuestro turno
de libertad.




en Poesía, Amargord Ediciones, 2014







Traducción de Zhivka Baltadzhieva














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