sábado, mayo 31, 2014

“Vida tranquila en el Doble Nueve” (*), de Tao Yuanming







Vivo retirado. Amo el nombre del Doble Nueve. En otoño los crisantemos florecen en mi jardín, pero no dispongo de vino turbio. En vano como las flores del Doble Nueve y confío a las palabras mi sentimiento.

La vida es corta y las penas muchas;
vivir largo tiempo alegra al hombre.

Sol y luna pasan a su debido tiempo,
todo el mundo aprecia esta fiesta.

Se congela el rocío, cesó el viento tibio,
el día es claro, el cielo luminoso.

Volaron las golondrinas sin dejar sus sombras,
resuena el chillido de los gansos que regresan.

El vino disipa cien inquietudes,
los crisantemos detienen el correr de los años.
¿Cómo es posible que este hombre en su cabaña
contemple en vano cómo pasa esta fiesta?

La copa polvorienta se burla del cántaro vacío;
las flores del frío se exhiben en vano.
Solo, cierro mi túnica y canto tranquilo,
desde lejos me embriaga un sentimiento profundo.

Detenerse en la calma es por cierto un placer,
¿cómo conseguir que sea por mucho tiempo?




(*) La fiesta del Doble Nueve, noveno día del noveno mes, es la fiesta de la longevidad y de la conjuración de los males. Se sube a las montañas en compañía de amigos, se come y se bebe, con pétalos de crisantemo en el vino, símbolo de larga vida. El nueve, jiu, suena igual en chino que la palabra que significa duración, largo tiempo, jiu, y por esto es un número de buen augurio.








en El maestro de los sauces, 2006







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