jueves, mayo 15, 2014

“Signos de los tiempos de Maurice Martin du Gard”, de Pierre Drieu La Rochelle









Me encontré con Maurice Martin du Gard en Venecia. Vestido con un viejo chaleco fingía conducir un coche anfibio, o bien remaba al revés en una góndola. Su porte es el de un dogo. Su reino se desliza por los mil canales de un corazón.

Como era un oficial de marina, acariciaba la mujer de un contralmirante, miraba todo con distancia, como en la ópera, con gemelos.

En la multitud de mujeres, busca a la que amamos. Vienen las lágrimas. ¡Pero, cuidado! Él pone un pie en un ascensor que lo eleva suavemente hasta la plataforma del campanil, que sordamente lo alza hasta ese súbito, alto acento de la lira.

Entre sus dos pies dispuestos en escuadra, mide una ciudad plana y lo que no ha sido dicho sobre un tan noble hormiguero, aplastado por el cielo.



Oeuf Dur, junio de 1922

en Confesión y otros escritos, 2009














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