lunes, mayo 26, 2014

"Ante la tumba de Melville", de Hart Crane

© Versión libre de Juan Carlos Villavicencio




Lejos de esta cornisa, a menudo bajo las olas,
los dados de huesos de los ahogados que vio legaron
un mensaje. Sus números, como los observó,
golpearon la polvorienta orilla y fueron ocultados.

Y naufragios pasaron sin sonido alguno de campanas,
el cáliz de la generosa muerte devolviendo
un disperso capítulo, jeroglífico lívido,
la prodigiosa herida  en los pasajes de las caracolas.

Luego en el calmo circuito de una vasta espiral,
sus amarras hechizadas y el reconciliado mal,
fueron ojos congelados los que ahí erigieron los altares;
y silentes respuestas se arrastraron cruzando las estrellas.

Brújula, cuadrante y sextante no inventan
mareas tan lejanas... Alto en los azules acantilados
aquel canto no despertará al marinero.
Esta fabulosa sombra sólo la ha de conservar el mar.








1926











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