domingo, enero 05, 2014

"Los fabricantes de barómetros en la isla mágica", de Ferdinand Raimund

Fragmento




El Coro: Todos los luchadores consagran su vida en el encantamiento de la guerra y muestran su valor en vano.

Hassan: Un poder desconocido, sobrenatural se cierne sobre la indignidad de los humildes habitantes de esta isla. Una fuerza que cubre a hombres, mujeres, niños, elefantes, tigres y monos.

Mercurio: Creo comprender.

Hassan: Señor, me atrevo incluso en mi calidad de esclavo, y en conciencia, a suplicarte que les rindas un merecido homenaje.

Mercurio: ¿Por qué ese extra? ¿No es suficiente su presencia entre los monos?

Hassan: En realidad no, señor. Me atrevería a presentar mi sumisión incluso en verso.

Mercurio: ¿Qué? ¿Quieres dirigirte a mí en verso? Es como si un buey quisiera volar.

Hassan: Soy un hombre atractivo, pero también sensible.

Mercurio: Por la noche tendremos un gran espectáculo con fuegos de artificio, la pirámides serán iluminadas con doscientas ruedas de fuego y –señalando a Hassan– tú me hablas de una belleza superior. Debo leer el código de la Ley anterior para saber qué hacer con alguien tan desagradecido.







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