jueves, enero 23, 2014

“Azul deshabitado”, de Omar Cáceres







Y, ahora, recordando mi antiguo ser,
los lugares que yo he habitado,
Y que aún ostentan mis sagrados pensamientos,
comprendo que el sentido, el ruego con que toda
soledad extraña nos sorprende
No es más que la evidencia que de la tristeza humana queda.
O, también, la luz de aquel que rompe su seguridad,
su consecutiva atmósfera,
Para sentir cómo, al retornar, todo su ser estalla
dentro de un gran número,
Y saber que “aún” existe, que “aún” alienta y empobrece
pasos en la tierra,
Pero que está ahí absorto, igual sin dirección,
solitario como una montaña, diciendo la palabra entonces.
De modo que ningún hombre puede consolar al que así sufre:
Lo que él busca, aquellos por quienes él ahora llora,
Lo que ama, se ha ido también lejos, alcanzándose.



en Defensa del ídolo, 1934











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