domingo, mayo 26, 2013

“El expatriado”, de Marcelo Mallea Hernández









Por la fisura triste
de una población ubicada al sur
con casas de cartón
levantadas en ciénagas encantadas.
Lugar perdido, relegado, despoblado, censurado,
donde aún cuelgan pancartas teñidas de rojo,
celadas cuidadosamente por progenitores viejos y pobres.
Sus calles terminan en bares, viñas o surcos.
No hay plazas,
los niños juegan con animales muertos.
Las semillas se pudren sobre un suelo ácido, yermo.
Las escuelas son ciegas y la tiza yace en suelas de zapatos.
No pregunten por ese lugar
no pronuncien o intenten ubicarlo.
Es mejor para los sueños
creer que una porción de Chile
ha sido inundada,
rasgada por algún lápiz demográfico




en Antología Buena letra, 2012












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