domingo, octubre 14, 2012

“Departamento de Filosofía”, de Hans Magnus Enzensberger







No hay duda de que somos inteligentes. Pero lejos
de cambiar la faz del mundo, en escena
seguimos sacándonos conejos del cerebro,
y palomas blancas, bandadas de palomas
que invariablemente se cagan en los libros.
No hay que ser un Hegel para darse cuenta
de que la Razón es a la vez razón y no razón;
basta con mirarse en el espejo de bolsillo.
Te verá vistiendo una capa azul
adornada con estrellas plateadas y una capucha.
Celebramos el Congreso hegeliano en el sótano
donde están sepultados nuestros colegas,
desempacamos nuestras bolas de cristal y nuestros horóscopos,
y ponemos manos a la obra; montamos nuestros peritajes
y agitamos nuestro péndulo y nuestros informes
de investigaciones. Hacemos girar las mesas, preguntamos:
¿cuál real es lo real? Hegel sonríe
malicioso. Le pintamos un bigote.
Ahora se parece a Stalin. El congreso se divierte,
baila sobre el volcán. Los guardias
montan guardia afuera. Nuestra psique hace
serenas declaraciones sobre el caso,
y coincidimos en que en lo profundo de cualquier polizonte
habita un ángel custodio
y dentro de éste un polizonte. ¡Abracadabra!
Como un pañuelo enorme, desdoblamos nuestras teorías.
Los hombres de la gabardina aguardan modestamente
frente al refugio a prueba de motines del seminario.
Fuman, casi nunca utilizan sus armas,
vigilan nuestra nómina universitaria,
y nuestras flores artificiales y el excremento
de palomas blancas que inunda el lugar.




en El hundimiento del Titanic, 1998












1 comentario:

Cristian dijo...

Estoy comenzando a dedicarme al tema de la filosofía y estaba interesada buscando una casa en Zukbox para poder irme a vivir solo y allí leer y escribir mucho que es mi gran pasion