miércoles, septiembre 26, 2012

“El propósito de la educación”, de Jiddu Krishnamurti







No sé si alguna vez nos hemos preguntado qué significa la educación. Por qué vamos a la escuela, por qué aprendemos múltiples materias, por qué aprobamos exámenes y competimos unos con otros por lograr mejores calificaciones. ¿Qué sentido tiene toda esta llamada educación y qué es lo que implica? Es verdaderamente una pregunta muy importante, no sólo para los estudiantes sino también para los padres, para los maestros y para todos aquellos que aman esta tierra. ¿Por qué pasamos por el esfuerzo de recibir educación? ¿Es meramente con el fin de aprobar algunos exámenes y obtener un empleo? ¿O la educación tiene como función la de prepararnos, mientras somos jóvenes, para comprender el proceso total de la vida? Es necesario tener un trabajo y ganarse la propia subsistencia, ¿pero eso es todo? ¿Se nos educa solamente para eso? Por cierto que la vida no es tan sólo un empleo, una ocupación; la vida es algo extraordinariamente amplio y profundo, es un gran misterio, un reino inmenso en el que funcionamos como seres humanos. Si nos preparamos tan sólo para ganarnos la subsistencia, perderemos todo el sentido de la vida; y comprender la vida es mucho más importante que prepararnos meramente para los exámenes y volvernos muy diestros en matemática, física o lo que fuere.

Por consiguiente, tanto si somos maestros como estudiantes, ¿no es fundamental que nos preguntemos por qué educamos o se nos educa? ¿Y qué significado tiene la vida? ¿No es la vida algo extraordinario? Los pájaros, las flores, los árboles vigorosos, los cielos, las estrellas, los ríos y los peces que contienen... todo esto es la vida. La vida es el pobre y el rico; es la constante batalla entre grupos, razas y naciones; la vida es meditación; la vida es lo que llamamos religión, y es también las sutiles, ocultas cosas de la mente ‑las envidias, las ambiciones, las pasiones, los temores, los logros y las ansiedades. Todo esto y mucho más es la vida. Pero nosotros generalmente nos preparamos para entender un pequeño rincón de ella. Aprobamos algunos exámenes, encontramos un empleo, nos casamos, tenemos hijos, y después nos volvemos más y más como maquinas. Seguimos temerosos, ansiosos, asustados de la vida. ¿Es, pues, propósito de la educación ayudarnos a comprender el proceso total de la vida, o sólo consiste en prepararnos para una vocación, para el mejor empleo que podamos obtener?

¿Qué va a ocurrir con todos nosotros cuando crezcamos para ser hombres y mujeres? ¿Alguna vez se han preguntado que van a hacer cuando crezcan? Con toda probabilidad se casarán y, antes de que sepan dónde se encuentran, serán madres y padres; y después estarán amarrados a un empleo, o a la cocina, y allí se Irán marchitando gradualmente. ¿Es esto todo lo que va a ser la vida de ustedes? ¿Se han formulado alguna vez esta pregunta? ¿No deberían formulársela? Si pertenecen a una familia rica, puede que ya tengan asegurada una posición muy buena, que el padre de ustedes les proporcione un empleo confortable, o que tengan un casamiento adinerado; pero van a declinar, a deteriorarse. ¿Entienden?

Ciertamente, la educación no tiene sentido a menos que les ayude a comprender la vasta extensión de la vida con todas sus sutilezas, con sus dolores y sus alegrías, con su extraordinaria belleza. Podrán lograr títulos académicos, podrán tener una serie de siglas después del apellido y obtener un puesto muy bueno, pero ¿después qué? ¿Cuál es el sentido de todo esto si en el proceso la mente se embota, se fatiga, se vuelve estúpida? Por lo tanto, mientras son jóvenes, ¿no tendrían que aspirar a descubrir qué es la vida en su totalidad? ¿Y acaso no es el verdadero propósito de la educación cultivar en ustedes la inteligencia que tratará de hallar la respuesta a todos estos problemas? ¿Saben qué es la inteligencia? Es, sin duda, la capacidad de pensar libremente, sin miedo, sin fórmula alguna, de modo que puedan comenzar a descubrir por sí mismos aquello que es real, verdadero; pero si están atemorizados jamás serán inteligentes. Cualquier forma de ambición, espiritual o mundana, engendra ansiedad, temor; por lo tanto, la ambición no ayuda a producir una mente clara, sencilla, directa y, en consecuencia, inteligente.

¿Saben?, es realmente muy importante que, mientras son jóvenes, vivan en un ambiente donde no exista el temor. Casi todos nosotros, a medida que envejecemos, nos volvemos temerosos de vivir, de perder un empleo; temerosos de la tradición, de lo que pueda decir de nosotros el vecino, o nuestra esposa o marido, temerosos de la muerte. La mayoría de nosotros tiene miedo, en una forma u otra; y donde hay miedo no hay inteligencia. Y, ¿no es posible para todos nosotros, mientras somos jóvenes, estar en un ambiente donde no haya temor sino más bien una atmósfera de libertad, libertad no sólo para hacer lo que nos plazca, sino para comprender todo el proceso del vivir? La vida es realmente muy bella, no es la cosa fea en que la hemos convertido; y sólo podremos apreciar su riqueza, su profundidad, su extraordinaria belleza, cuando nos rebelemos contra todo ‑contra la religión organizada, contra la tradición, contra la presente sociedad corrupta- de modo que, como seres humanos, podamos descubrir por nosotros mismos lo que es verdadero. No imitar, sino descubrir, eso es la educación, ¿no es así? Es muy fácil ajustarse a lo que les dicen sus padres, sus maestros o la sociedad. Es una manera segura y cómoda de vivir; pero eso no es vivir, porque en eso hay temor, deterioro, muerte. Vivir es descubrir por uno mismo aquello que es verdadero, y uno puede hacer eso únicamente cuando hay libertad, cuando existe una constante revolución interna.

Pero a ustedes no se les alienta para que hagan esto; nadie les dice que cuestionen, que descubran por sí mismos qué es Dios, porque si se rebelaran se volverían un peligro para todo lo que es falso. Sus padres y la sociedad desean que vivan seguros, y también ustedes desean vivir sin riesgo alguno. Vivir así significa generalmente vivir en la imitación y, por tanto, en el temor. Y el sentido de la educación es, ciertamente, el de ayudarnos a cada uno de nosotros a que vivamos libremente y sin temor. Y para crear una atmósfera en la que no exista el temor, se requiere de muchísima reflexión, tanto de parte de ustedes como del maestro, del educador.

¿Saben lo que esto significa, lo extraordinario que sería crear una atmósfera carente de temor? Y tenemos que crearla, porque vemos que el mundo está atrapado en guerras interminables; lo conducen los políticos, que siempre están en busca del poder; es un mundo de abogados, policías y soldados, un mundo de personas ambiciosas, hombres y mujeres, todas anhelando posición y luchando unas contra otras para conseguirla. Después están los que se titulan santos, los gurús religiosos con sus seguidores; también ellos desean poder, posición, prestigio, aquí o en la próxima vida. Es un mundo insensato, completamente confundido, donde el comunista lucha contra el capitalista, el socialista resiste a ambos, y cada cual está en contra de alguien, luchando para llegar a un sitio seguro, a una posición de poder o de bienestar material. El mundo está desgarrado por creencias en conflicto, por diferencias de clase o de casta, por nacionalidades separativas, por todas las formas de estupidez y crueldad -y éste es el mundo en que se los educa para que encajen en él. Se los estimula para que encajen en la estructura de esta sociedad desastrosa; sus padres desean que hagan eso, y también ustedes desean encajar en esta estructura.

Ahora bien, el propósito de la educación, ¿es ayudarles meramente a que se ajusten al patrón de este corrupto orden social, o su función es la de darles libertad ‑completa libertad para crecer y crear una sociedad diferente, un mundo nuevo? Necesitamos tener esta libertad, no en el futuro sino ahora, o de lo contrario podemos ser todos destruidos. Tenemos que crear inmediatamente una atmósfera de libertad para que puedan ustedes vivir y descubrir por sí mismos aquello que es verdadero, para que lleguen a ser inteligentes y tengan la capacidad de enfrentarse al mundo y comprenderlo, no simplemente ajustarse a él; para que en lo interno, en lo psicológico, en lo profundo, se encuentren en constante estado de rebelión; porque son sólo los que se rebelan constantemente los que descubren lo verdadero, no el hombre que se amolda, que sigue alguna tradición. Sólo cuando uno está constantemente inquiriendo, observando, aprendiendo, encuentra a Dios, la verdad o el amor; y ustedes no pueden inquirir, observar, aprender, no pueden estar profundamente alertas si tienen miedo. No hay duda, entonces, de que el propósito de la educación es el de erradicar, tanto interna como externamente, este miedo que destruye el pensamiento humano, la relación humana y el amor.


Interlocutor: Si todos los individuos se rebelaran, ¿no cree usted que habría caos en el mundo?
Krishnamurti: Primero escuche bien la pregunta, porque es muy importante comprender la pregunta y no esperar meramente una respuesta. La pregunta es: Si todos los individuos se rebelaran, ¿no caería el mundo en el caos? ¿Pero es que la sociedad actual se encuentra en un orden tan perfecto, que el caos sobrevendría si todos se rebelaran contra ella? ¿No hay caos ahora? ¿Acaso todo es bello, incorrupto? ¿Están todos viviendo plenamente, en la felicidad, en la abundancia? ¿No está el hombre en lucha contra el hombre? ¿No hay ambición, competencia despiadada? Por lo tanto, el mundo está ya en caos, eso es lo primero que hay que entender. No dé por sentado que ésta es una sociedad ordenada, no se hipnotice a sí mismo con las palabras. Ya sea aquí, en Europa, en América o Rusia, el mundo está en un proceso de deterioro. Si vemos el deterioro nos encontramos ante un reto; el reto consiste en encontrar un modo de resolver este problema tan urgente. Y es importante cómo respondemos al reto, ¿no es así? Si respondemos como hindúes, o budistas, o cristianos, o comunistas, entonces nuestra respuesta es muy limitada ‑o sea, que no es respuesta en absoluto. Uno puede responder plenamente sólo si no tiene miedo, si no piensa como hindú, como comunista o capitalista, sino como un ser humano total que está tratando de resolver este problema; y no puede resolverlo a menos que uno mismo se rebele contra toda la cosa, contra el instinto adquisitivo en que se basa esta sociedad. Cuando uno mismo no es ambicioso ni codicioso, ni se aferra a la propia seguridad, sólo entonces puede responder al reto y crear un mundo nuevo.


El rebelarse, el aprender, el amar, ¿están estos tres procesos separados, o son simultáneos?
Por supuesto que no son tres procesos separados; se trata de un proceso unitario. Vea, es muy importante descubrir qué implica la pregunta. Esta pregunta se basa en la teoría, no en la experiencia; es meramente verbal, intelectual y, por ende, carece de validez. Un hombre que no tiene miedo, que en verdad se rebela, que se empeña en descubrir qué significa aprender, amar, un hombre así no pregunta si éste es un solo proceso o si son tres. Somos muy ingeniosos con las palabras, y creemos que al ofrecer explicaciones hemos resuelto el problema. ¿Sabe usted lo que significa aprender? Cuando uno está realmente aprendiendo, aprende a lo largo de toda su vida, y no hay un maestro especial del cual aprender. Entonces todo es enseñanza para uno ‑una hoja muerta, un pájaro en vuelo, un perfume, una lágrima, el rico y el pobre, la sonrisa de una mujer, la arrogancia de un hombre. Uno aprende de todas las cosas; por lo tanto, no hay guía alguna, ni filósofo, ni gurú. La vida misma es nuestro maestro, y nos hallamos en un estado de constante aprender.


Es cierto que la sociedad se basa en la codicia y en la ambición, pero si no tuviéramos ambición, ¿no decaeríamos?
Esta es una pregunta realmente muy importante y requiere gran atención. ¿Saben qué es la atención? Descubrámoslo. Cuando en una clase alguno de ustedes mira fijamente hacia afuera por la ventana, o le tira del pelo a otro, el maestro le dice que preste atención. ¿Qué significa eso? Que uno no se interesa en lo que está estudiando, y entonces el maestro lo obliga a poner atención ‑la cual no es atención en absoluto. La atención viene cuando estamos profundamente interesados en algo, porque entonces queremos descubrirlo todo al respecto; entonces toda nuestra mente, todo nuestro ser está en eso. De igual manera, en el momento en que vemos que esta pregunta ‑“si no tuviéramos ambición, ¿no decaeríamos?”- es realmente muy importante, estamos interesados en ella y queremos descubrir la verdad que encierra. Ahora bien, el hombre ambicioso, ¿no se está destruyendo a sí mismo? Eso es lo primero que tenemos que descubrir, no preguntar si la ambición es buena o mala. Miren alrededor de ustedes, observen a todas las personas que son ambiciosas. ¿Qué ocurre cuando uno es ambicioso? Está siempre pensando en sí mismo, ¿no es cierto? Es cruel, hace a un lado a otra gente, porque está tratando de realizar su ambición, está tratando de convertirse en un gran hombre, y así crea en la sociedad el conflicto entre los que tienen éxito y los que quedan rezagados. Existe una batalla constante entre uno mismo y los otros que también van detrás de lo que uno desea. Y, ¿produce este conflicto un vivir creativo? ¿Comprende, o esto es demasiado difícil? ¿Es usted ambicioso cuando quiere hacer algo por el propio gusto de hacerlo? Cuando uno hace algo con todo su ser, no porque quiera llegar a alguna parte, u obtener más provecho o mayores resultados, sino simplemente porque ama lo que hace, en eso no hay ambición, ¿verdad? En eso no hay competencia; uno no está luchando con nadie por el primer lugar. ¿Y acaso la educación no debería ayudarles a descubrir lo que realmente aman y quieren hacer, de modo que desde el principio y hasta el final de sus vidas estén trabajando en algo que sienten que vale la pena y que para ustedes tiene una profunda significación? De lo contrario, serán desdichados por el resto de sus días. Al no saber lo que realmente queremos hacer, nuestra mente cae en una rutina en la que sólo hay aburrimiento, deterioro y muerte. Por eso es muy importante descubrir, mientras somos jóvenes, lo que verdaderamente amamos, y éste es el único modo de crear una nueva sociedad.


En la India, como en la mayoría de los otros países, la educación es controlada por el gobierno. Bajo tales circunstancias, ¿es posible emprender un experimento como el que usted describe?
Si no hubiera ayuda del gobierno, ¿podrá sobrevivir una escuela de esta clase? Eso es lo que este caballero esta preguntando. El ve que todo el mundo está cayendo más y más bajo el control de los gobiernos, de los políticos, de las personas que tienen autoridad y desean moldear nuestras mentes y nuestros corazones para que pensemos de un modo determinado. Ya sea en Rusia o en cualquier otro país, la tendencia es hacia el control gubernamental de la educación; y este caballero pregunta si es posible que una escuela de la clase a que me refiero, exista sin la ayuda del gobierno. Bien, ¿qué dice usted? Vea, si uno piensa que algo es importante, que realmente vale la pena, entregará a ello su corazón sin tener en cuenta a los gobiernos ni a los edictos de la sociedad ‑y entonces tendrá éxito. Pero casi ninguno de nosotros entrega su corazón a nada, y es por eso que formulamos esta clase de preguntas. Si usted y yo sentimos vitalmente que podemos dar origen a un mundo nuevo, si cada uno de nosotros está en completa rebelión interna, psicológica, espiritual, entonces entregaremos nuestros corazones, nuestras mentes, nuestros cuerpos, para crear una escuela donde no exista una cosa como el temor con todas sus implicaciones. Señor, cualquier cosa verdaderamente revolucionaria es creada por unos pocos que ven lo que es verdadero y están dispuestos a vivir de acuerdo con esa verdad; pero a fin de descubrir lo verdadero, tenemos que estar libres de la tradición ‑lo que significa estar libres de todos los temores.





en El propósito de la educación, 1992













1 comentario:

Unknown dijo...

DOS DEFINICIONES DE MENTE
"Mente no es solamente el resultado de la interacción del organismo con el ambiente, desde el útero hasta la muerte, sino también el reflejo de la organización básica del universo: la holokinesis, que desde el orden implícito del cosmos, se explicita como materia, mente y energía cósmicos".

Dr. Rubén Feldman González.
Iniciador de la Psicología Holokinética.
Candidato al Premio Nobel de la Paz

http://www.percepcionunitaria.org