lunes, agosto 27, 2012

“A una novia”, de Friedrich Hölderlin







Las lágrimas del reencuentro, el abrazo del reencuentro,
y tu mirada cuando vuelvas a verlo,
tal lo que quisiera cantarte y anunciarte,
y todo el mágico destino del amor.

Verdad es que ahora eres bella, joven alma,
aun así, solitaria. Tu alegría viene de ti mismo,
floreces por el natural despliegue de tu genio
y por el delicioso canto de tu corazón, ¡hija de las musas!

Pero distinta será la dicha de la presencia,
cuando tu alma se refleje de nuevo en la mirada
del amante, y tú avances plácida bajo esos ojos,
envuelta en una nube dorada.

Mientras esperas, piensa que el sol lo alumbra,
que la estrella del amor lo consuela y le habla
cuando duerme en descampado,
y que el corazón siempre termina
por vivir felices días.

Y cuando él esté contigo y las aladas horas,
las horas del amor pasen cada ve más rápidas,
cuando se acerque el día de tu boda
y empiecen a iluminarte las estrellas de la dicha,

no creáis, amigos míos, que os envidiaré.
Así como la flor inocente vive de la luz,
los poetas viven de una hermosa imagen.



en Poesía completa, 1977













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