miércoles, febrero 16, 2011

“Ten piedad de mí”, de Jorge Isaacs







¡Señor!, si en sus miradas encendiste
ese fuego inmortal que me devora
y en su boca fragante y seductora
sonrisas de tus ángeles pusiste;

si de tez de azucena la vestiste
y negros bucles; si su voz canora,
de los sueños de mi alma arrulladora,
ni a las palomas de la selva diste,
perdona el gran dolor de mi agonía
y déjame buscar siquiera olvido
en la callada sepultura fría.
Olvidarla en la tierra no he podido.
¿Cómo podré esperar si ya no es mía?
¿Cómo vivir, Señor, si la he perdido?



en Poesías, 1864















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