lunes, enero 31, 2011

“Quiromancia”, de Oswald de Andrade







El Bandera barítono leía a Belmiro Braga y descartaba esperanzas de entrar en la diplomacia como diplomático. Se elaboraba vaticinios frente a su padre de calva gramática. Y nos mostraba versos diciéndose partidario de la poesía vagabunda aunque llena de alma. Se había ido a pasar una semana gigolosa en la pensión de Georgina en santos.

Lo dejábamos por la noche a deshoras y partíamos a cenar a Nápoles con pizzas chorreadas de tomate y queso y un vino recién-llegado en el nocturno de Caserta.

Abría títeres de sueño organillo rítmico y quebrantador de valses en el aire estrellado.

Después, de arriba, pensión de artista, caían gotas profundas de Chopin en la comida.






en Memorias sentimentales de Juan Miramar, 1924















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