miércoles, marzo 03, 2010

"La primera cruzada", de Diego Maquieira






Durante el ataque de represalia milenarista
la primera cruzada de terror
que nos caía del cielo era como un témpano,
nos polvéabamos a un enjambre de clonas,
de a varias adentro de los Harrier
orgíandonos en la cubierta de mármol;
porque nuestro portaviones Cittá Felice
era como la planta de una catedral
de mil yardas que recordaba la Vía Flaminia.
De veras los aguardábamos muy bebidos
dándonos baños calientes enfriados con nieve
y chupando de una tina de uvas rosadas.
Cuando ma mientras los cazas Phantom de Ratzi
nos lanzaban sus cabezas de combate aéreo
con sus espoletas de proximidad de impacto
más hoscas que un anillo de ocho diodos luz
y a tan delirantes distancias del mar
que ni veíamos de dónde venía la muerte.
Era una alegría vernos las caras choqueadas
la cubierta era un coliseo de sangre
y sólo contábamos los vivos, los Balthus
y los que aún gozaban en el fasto de la belleza.
Porque nunca pasó por el mar una muerte
que se celebrara como la de Gaetano Stampa:
nuestro santo en responso al misil daño
que le atravesó le pecho mientras besaba
a su clona Pácula en medio del portaviones,
regocijado se metió la mano aún vivo
y les zampó a saco de vuelta el corazón.
Nunca hubo tan grande desdén en una matanza
ni a los aliados hunos se les sopló por radar
que les íbamos a subir el mar a los Phantom
hasta ahogarlos en el firmamento,
porque el mar empezó a subir hasta el cielo
donde las alas no les servían ni de remos.











en Los Sea Harrier, 1984











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