sábado, enero 16, 2010

"Discurso ante el pueblo de Santiago el 22 de junio de 1973", de Salvador Allende

Fragmentos



Trabajadores de Chile;
Queridas compañeras y estimados compañeros;
Compañeros dirigentes nacionales de la Central Única de Trabajadores
y de la Confederación de Trabajadores del Cobre;
Compañeros y amigos dirigentes de los partidos integrantes de la Unidad Popular:



¡Aquí está el pueblo! ¡Aquí late el corazón de Chile, porque es el corazón del pueblo! ¡Aquí se siente la historia! ¡Aquí estamos afianzando nuestro derecho a construir un porvenir de justicia y libertad, de abrirnos paso hacia el socialismo! ¡Jamás en la historia de Chile el pueblo estuvo más combativo y presente!

Aquí no sólo está la presencia física, sino la voluntad revolucionaria, responsable, consciente de cientos de miles, de más de medio millón de santiaguinos, que como a lo largo de la patria y en otras provincias están diciendo, en su lenguaje duro de trabajador, que no permitirán que la insolencia fascista avance en nuestra patria. Aquí ha habido lágrimas de alegría y lágrimas de trabajo y piedra. Aquí está la patria en el crisol esperanzado de su decisión revolucionaria. ¡Aquí estamos para decir que nada ni nadie impedirá que avancemos en el mandato histórico de hacer efectiva y real la independencia económica de Chile y su plena soberanía!

Nos reunimos los que defendemos a nuestra patria, los que construyen y seguirán haciéndolo, los que anhelan afianzar y ampliar nuestra democracia y vitalizar el proceso revolucionario nuestro. Están aquí y han parado las faenas las industrias, las usinas, las empresas, los servicios públicos, parte de los hospitales, para expresar su solidaridad con los trabajadores de El Teniente que está laborando en este instante para reafirmar una vez más su decisión de lealtad al pueblo de Chile y al Gobierno Popular de ellos. (Aplausos.)
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En su tenebrosa desesperación, en algunos titulares de los diarios se dice también que este acto extraordinario, sin precedentes, está destinado a hacer una advertencia a las Fuerzas Armadas, a las Fuerzas de Carabineros e Investigaciones de que el pueblo seguirá adelante. Se engañan. No puede ser ese el contenido de este acto. Una vez más mistifican y mienten, Chile sabe que por tradición y por historia las Fuerzas Armadas de la patria jamás utilizarán las armas que el pueblo les ha entregado, contra el propio pueblo. (Aplausos)

Ésta es una expresión de protesta y rebeldía. Una concentración masiva como nunca antes la hubiera, contra los que buscan el caos y el desorden como táctica política para defender el sistema capitalista que tantos privilegios y granjerías le dieran a un sector reducido de nuestros conciudadanos. Este acto es una expresión muy clara contra los fascistas y contra aquellos que consciente o inconscientemente, colaboran con ellos.

Contra aquellos que destruyen por destruir, contra aquellos que siguen haciendo lo que empezaron antes de las elecciones presidenciales del año 1970, contra los que del 4 de septiembre al 3 de noviembre utilizaron el ataque directo, el sabotaje, la dinamita para impedir que el pueblo fuera Gobierno, contra los que llegaron —y hay que decirlo para que se sepa lo que eso significa— hasta el asesinato del comandante en jefe del Ejército general René Schneider. Son los mismos. Son los de siempre. Son los que hace pocas horas atentaron contra el edificio de la cultura, que lleva el nombre de la gran poetisa inmortal Gabriela Mistral. Ese es el símbolo del fascismo, el odio a la inteligencia y a la cultura, son aquellos que en estos días han desatado una acción vandálica. (...)
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He reseñado frente al pueblo estos hechos, ante la conciencia de Chile, para que se vea quiénes desatan la violencia, el terrorismo. Quiénes usan la dinamita y los explosivos. Reafirmo aquí, como lo dijera en pleno Congreso Nacional cuando leyera la parte política del mensaje: Como Presidente de la República, como militante del Partido Socialista y de la lucha social, ¡combatiré implacablemente al fascismo, penetraremos en sus madrigueras, aplastaremos su insolencia, defenderemos a Chile, compañeros!

Pero sepan, con la unidad combativa del pueblo, con la decisión de las Fuerzas Armadas y de Orden —que tienen que acatar par mandato histórico la Constitución y la Ley— levantaremos una barrera infranqueable a las turbias maniobras de los fascistas y las reaccionarios que los apoyan.

Sí camaradas, reafirmo el grito de ustedes, «luchando y creando poder popular», pero poder del pueblo, ¡no poder popular separado del Gobierno del pueblo! Ésta es una demostración contra los que buscan la guerra civil, contra los que colaboran con los bastardos intereses imperialistas contrarios a Chile.

Se ha dicho que éste es un paro del patrón Estado, que hemos obligado a los trabajadores a venir. Como no conocen a los trabajadores, con qué derecho los injurian y los calumnian. Aquí han venido ustedes —repito— en el número más grande de concurrencias que jamás tuviera un acto público, a pesar de que la movilización colectiva particular paró, lo que ha impedido que miles y miles de compañeros y compañeras que viven en las poblaciones marginales estén aquí, en el centro de Santiago. Están lejos materialmente, pero están con ustedes, con voluntad de combate dispuestos a vencer, camaradas.

Han dicho que soy responsable del orden de Santiago. Hoy día los mismos que callan los atentados que he leído, que silencian las maniobras tenebrosas del fascismo, dicen que hoy yo soy el responsable del orden. ¡Hoy día! Sí, soy el responsable del orden. Y lo soy sin tener que movilizar un número crecido, extraordinario, de las fuerzas de Carabineros e Investigaciones. El orden lo mantiene el pueblo, lo mantienen ustedes, porque dan la señal y la demostración que nunca han entendido. El pueblo no quiere la violencia. No la necesita. Nunca hubo un acto nuestro en que destruyéramos un vidrio, abolláramos un automóvil o nos lanzáramos contra un edificio. Pero que lo sepan, en la tranquilidad del pueblo, en su presencia responsable está la gran reserva. Que lo entiendan de una vez por todas: si desatan la violencia contrarrevolucionaria, utilizaremos las fuerzas que tiene el Estado y las fuerzas de refuerzo del pueblo:
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Por eso, compañeros, es que hay que pensar. El diario [El Mercurio] que forma parte de una empresa comercial e industrial, que pertenece a un hombre que arrancó de Chile al día siguiente de la victoria del 4 de septiembre: a un hombre que está empleado como vicepresidente ejecutivo de la Pepsi-Cola. Buen puesto encontró, y muy apropiado a sus condiciones.

Pues bien, esto debe entenderlo el país. Ese es el diario que día a día, minuto a minuto, siembra el odio desfigurando la imagen de este Gobierno, haciendo creer que aquí las hordas marxistas son las que mandan, que el régimen es totalitario, que el Presidente de la República es un prisionero del Partido Comunista.

Ni siquiera cuando estuvieron las Fuerzas Armadas en el gabinete de noviembre dejaron de motejar a este Gobierno de marxista, para crear una imagen distorsionada de lo que somos y lo que seremos. El pueblo debe entender entonces que un hombre arrancado de Chile, era presidente de un banco, que la Contraloría General de la República tuvo que cursar el decreto de liquidación de este banco que estafó en 7 millones de dólares a bancos americanos. Esa es la manera de actuar. A través de ese diario lanzan la panacea, el pensamiento, la agresividad, la lucha contra ustedes y contra nosotros.

Pues bien, que lo sepan. Nada ni nadie va a detener la fuerza consciente, disciplinada, de los trabajadores de Chile. Y si aceptamos que procedan como lo hacen es porque hemos dicho que somos respetuosos de la Constitución y la ley. Pero les advierto que no prosigan, porque bien lo dijo Godoy, desatada la violencia no van a escapar ellos al justo castigo del pueblo. Ellos pretenden la guerra civil. Nosotros queremos evitarla, no por temor, sino porque sabemos que la guerra civil destruye la economía de un país, quiebra la convivencia social, lanza amigos contra amigos, padres contra hijos, hermanos contra hermanos. No por temor, sino por conciencia, por responsabilidad, por patriotismo, por sentido humano, por convicción revolucionaria. ¡Derrotaremos a los que pretenden la guerra civil y aplastaremos a los fascistas! (Aplausos)
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Por eso es que ellos maniobran de tal manera. Y el pueblo debe entenderlo. Anhelan encontrar una crisis del Estado. Su primera manifestación está en proceder de tal manera, que haya enfrentamiento entre los poderes públicos. El Congreso es la barricada desde donde han actuado para maniatar al Gobierno Popular e impedir que cumpla su programa.
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Incluso enviamos una ley y esa ley no ha sido despachada por el Congreso. De allí entonces que se levante férreamente el bloqueo legislativo, las acusaciones contra ministros, intendentes, gobernadores. Nunca antes en la historia de Chile fueron acusados más minis tros. Nunca antes se torcieron las disposiciones constitucionales, que no permiten acusar a los ministros desde el punto de vista político.

Pero hay más. Se busca negar poderes cívicos e institucionales. Una sociedad está basada en el respeto a la autoridad legal, en el respeto a las atribuciones de los órganos del Estado, en el respeto a las opiniones y creencias discrepantes. Y nosotros lo hemos cumplido a cabalidad. Por eso hice referencia a la libertad de prensa que existe en Chile, y no hago referencia a nuestro apego a las creencias, que nadie ha tenido la insolencia de decir que el Gobierno del pueblo no ha respetado y respetará el derecho de cada hombre y cada mujer chilena a tener la creencia religiosa que más se avenga con sus convicciones íntimas. (Aplausos)

Una sociedad persiste cuando hay respeto a las resoluciones democráticas expresadas por el pueblo; cuando lo haya por la dignidad de las personas, aunque se critique su acción política. Estos son los valores de la convivencia nuestra. Luchamos porque sea una realidad, pero ellos quieren vulnerarla.

El pueblo debe medir hasta donde se ha llegado. Tengo aquí y lo voy a resumir muy brevemente, y óiganlo en silencio, una declaración, o mejor dicho un manifiesto del Partido Nacional. El titular de este manifiesto publicado en todos los diarios de la oposición dice:
“Don Salvador Allende ha viciado su mandato presidencial, por ilegitimidad en el ejercicio del cargo”.

Parte de lo que allí se dice el pueblo debe escucharlo:
“Quienes aún creen que el mandato del Sr. Allende no está viciado por la ilegitimidad de su ejercicio, tienen ahora la prueba definitiva de que la validez de este mandato ha terminado”.
Eso es sedición y sedicioso.
“A la luz del derecho y la moral nadie está obligado a respetar ni obedecer un Gobierno que deja de ser legítimo”.

Esto es sedicioso y tentativa de sedición:
“La grave agresión de que es víctima la nación chilena por la acción devastadora de un Gobierno totalitario e inmoral no puede ser prevista por el poder constitucional, por el poder constituyente al dictar las disposiciones de la Carta Fundamental. Deberá llevar al Congreso Nacional a considerar la ilegitimidad de ejercicio en que, a nuestro juicio, ha incurrido el Gobierno de la Unidad Popular”.

¿Quiénes se salen de la Constitución? ¿Quiénes se salen de las leyes? Quiénes impúdicamente plantean la ilegitimidad de un Gobierno elegido por el pueblo, respetado por las Fuerzas Armadas y que tiene el apoyo que ustedes le dan con su calor, su voluntad, su decisión? Que lo sepan y pido desde aquí —y tengo derecho a hacerlo porque está en juego la paz y la tranquilidad de Chile— que la Democracia Cristiana se pronuncie sobre este manifiesto. Es conveniente que sepamos todos a qué atenernos. Mientras tanto haremos un último intento; presentaremos una querella en contra de la directiva del Partido Nacional; si hay justicia en el país deben ir a la cárcel (Aplausos)

De la misma manera, presentaremos ante los tribunales la querella necesaria o la demanda para que Patria y Libertad sea declarada asociación ilícita. Y mientras se tramita eso en los tribunales, tomaremos todas las medidas administrativas y policiales para aplastar la insolencia fascista de Patria y Libertad. (Aplausos)

Además de lo que he dicho, hacen denodados esfuerzos para presentar a las Fuerzas Armadas con su disciplina quebrada; hacen lo mismo con Carabineros e Investigaciones. Que ha pasado tal cosa en el grupo 7, en el grupo 10; que hay 60 carabineros detenidos; que hay quiebra en la autoridad de las comisarías; han atacado y siguen atacando al general Prats por haber sido ministro del Interior y vicepresidente de la República. No les importó que estuvo en el extranjero cumpliendo una tarea muy importante, al igual que lo hiciera el almirante Montero. En ausencia del general Prats lanzaron los más innobles ataques en contra del comandante en jefe del Ejército chileno. Esta es la actitud. Así proceden los que hablan de democracia y libertad. Incitan al odio y buscan la exacerbación de los más bajos instintos.
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Buscan con paros artificiosos desarticular la producción de la misma manera que lo hacen con la distribución: acaparamiento, especulación, mercado negro. Pregúntese al pueblo ¿por qué el segundo piso de la Universidad Católica está repleto de cajones con alimentos? ¿Por qué han desfilado camiones a Rancagua llenos de alimentos?

¿Dónde estaban estos alimentos, quién los tenía acaparados, en qué bodega de la burguesía se encontraban? Ahí está la respuesta. Hemos dicho siempre que ellos han desatado una psicosis aprovechándose del proceso inflacionista, que ellos todavía tienen un espeso poder de compra, que si necesitan uno compran diez y al día siguiente vuelven a hacerlo, porque ellos tienen el dinero suficiente para hacerlo y porque el Congreso nos ha negado, entre otras cosas, una ley que castigue y sancione el delito económico con la moneda, con el acaparamiento y contra el mercado negro.

Por eso es que hay que tener conciencia para comprender cuáles son los procedimientos y les métodos: que a veces hay que tener más paciencia que la que tienen ustedes, mujeres de mi patria, que tienen que hacer colas, que saben que faltan cosas que nosotros quisiéramos que no faltaran en el hogar de ustedes, pero que son consecuencia de realidades, de una infraestructura, de una estructura económica, de una producción hasta ayer destinada a una élite; que hoy día están agrandadas estas dificultades por los problemas internacionales que el pueblo no puede ignorar. Pero hay más, compañeros. Y esto es muy grave: primero, sinuosamente planteado, después con un tono un poco más alto, ahora descaradamente:
“Chile está en peligro. La seguridad nacional amenazada. El Gobierno es el responsable. Nubarrones internacionales vuelven a apuntar, porque Chile puede caer frente a la falta de preocupación del Gobierno, en la indefensión”.

Respuesta nuestra. Hemos hablado de seguridad nacional, siendo esencialmente partidarios de la paz y sabiendo que Chile nunca va a agredir a ningún país vecino. Ha sido el Gobierno que presido el que ha elevado la conciencia de Chile más allá de la defensa nacional.

¿Cómo recibió mi Gobierno las Fuerzas Armadas de Chile? Quebradas en su moral después del «tacnazo»; acribilladas en el dolor justo con el asesinato del comandante en jefe del Ejército; con un almirante que la justicia militar dice que está comprometido en ese hecho delictivo, el señor Tirado Barros; con un general que era jefe nada menos que de la División Central, el señor Valenzuela, también culpado por la justicia militar. Así recibimos nosotros las Fuerzas Armadas. Y qué hemos hecho? Hemos hablado de su incorporación al proceso de desarrollo. Hemos dicho que tienen que compartir una política, no partidista, no pequeña, no de una tienda determinada, sino una política al servicio de Chile y los chilenos. Hemos dicho que tienen que estar presentes para aprovechar su capacidad, su preparación, su lealtad, su patriotismo, en las grandes empresas que le interesan al desarrollo económico nacional y fundamentalmente en las empresas estratégicas. Estuvieron presentes en octubre, llamadas por mí, precisamente para defender a Chile. Y nos hemos preocupado de su perfeccionamiento técnico y científico; nos hemos preocupado de su dotación. Callo, por patriotismo, de cómo estaban las Fuerzas Armadas cuando llegó el Gobierno Popular, en cuanto a implementos defensivos. Pero algún día haré que el ministro de Defensa lo diga ante el Congreso Nacional.

Nunca como ahora las Fuerzas Armadas fueron rodeadas del cariño y el respeto del pueblo. No las he halagado, porque no necesitan halagos, porque no tengo yo capacidad de halago para nadie. No estoy aquí de prestado, soy Presidente de Chile y por lo tanto generalísimo de las Fuerzas Armadas por mandato de la Constitución y por voluntad del pueblo. (Aplausos)

Cuando la mayoría de él siente que hay una patria para todos, se afianza más el sentido nacional, crece con más vigor el mandato de la historia cuando hay gente como ustedes que entienden por qué lucharon los próceres de la patria. Nunca como ahora un pueblo estuvo más dispuesto a dar más fuerza y vigor a la seguridad nacional, que se conquista con el arado, con la pluma, movilizando las empresas y las industrias, elevando el nivel político y la conciencia de las masas, perfeccionando técnicamente a los hombres y a las mujeres, incorporando a la juventud a una gran tarea común y colectiva. Nunca como ahora Chile entenderá que la seguridad nacional estará presente porque estarán presentes los soldados del trabajo y los soldados de la patria.

Por eso, trabajadores, hay que evitar la guerra civil. Para ello hay que avanzar en conquistas que permitan al pueblo, a través de su Gobierno, consolidar el programa. Hago mío los puntos desarrollados por el compañero y amigo Jorge Godoy, presidente en ejercicio de la Central Única de Trabajadores. Desde aquí con calma, les digo a los parlamentarios de oposición que no pueden seguir en la tarea que están empleados. No pueden convertir en el Congreso el régimen presidencial en un régimen parlamentario, negando el contenido presidencial de la Constitución que nos rige. No pueden utilizar las atribuciones del Congreso para barrenar precisamente la Constitución. No pueden ser pétreos impermeables a las necesidades de la realidad que Chile vive y al proceso social que esté en desarrollo. Cuando hay partidos que hablan de revolución, cuando hay partidos que hablan de socialismo comunitario, cuando hay gente que honestamente dice que siente estas verdades como principio de su acción pública, yo les digo que mediten responsablemente, de la misma manera como tienen que ser respetuosos de la autonomía de los poderes del Estado.
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Yo sé que los trabajadores de Chile —y lo demuestra la actitud de ustedes en las usinas, en las fábricas en los hospitales, y aquí, en las calles de Santiago—, saben que hay otros factores que tienen un valor mayor todavía que el dinero: e! valor de la dignidad que ustedes han conquistado, el valor del derecho a ser chilenos auténticamente; que ustedes a lo largo de tantos años, ahora han conseguido el valor de sentirse hombres y mujeres de una patria pequeña pero digna, ustedes tienen conciencia que el rostro de Chile es diferente, que la imagen, el perfil de nuestra patria, se ha acrecentado, que millones de seres humanos, más allá de nuestras fronteras, miran a Chile y la voluntad de ustedes de construir una sociedad distinta. Hemos roto las fronteras ideológicas, nos hemos vinculado con todos los países capitalistas industriales, con todos los países socialistas. Somos un ejemplo en América Latina por nuestro sentido latinoamericano, y junto con Cuba somos los que levantamos la voz de dignidad de este continente, más fuerte que otros todavía. (Aplausos.)

Por eso no me imagino que intereses pequeños y bastardos puedan negarle al pueblo y su Gobierno la posibilidad de consolidar, de avanzar en el proceso transformador, evitando el costo social y la violencia que el pueblo no necesita.
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El pueblo debe acrecentar y crear nuevas organizaciones populares. Ya lo dije al comienzo de mis palabras: luchar y crear e! poder del pueblo, pero poder del pueblo no separado de! poder del Gobierno, no contra el Gobierno. Este no es un Gobierno reformista. Este es un Gobierno de un proceso revolucionario, que terminará afianzándose en la revolución, con las fuerzas conscientes y disciplinadas de los trabajadores.
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Sobre todo, me dirijo a ustedes, mujeres de Chile, madres de Chile: no hay proceso revolucionario que se profundice o avance sin la presencia combatiente y combativa de la mujer, de la mujer hija, hermana, madre, esposa. Mujeres de Chile, nuestra lucha es fundamentalmente por el hijo de ustedes. Madres de Chile, defiendan su revolución que es también la semilla que permitirá que los hijos de ustedes vivan en una sociedad distinta.

No necesito llamar a la juventud. Ella está atenta en su fuerza creadora y en su propia responsabilidad. Ya vendrán marchando desde Arica, para encontrarse en Santiago, con los que vienen avanzando desde e! sur. Es la juventud que pica la pampa, la tierra agrícola, la dura costa minera; es la juventud que hará que el hielo se derrita con su calor de mozo; es la juventud que lleva la claridad al pueblo para anunciar la amenaza de la guerra civil, y para decir que ellos más que otros tienen derecho a la vida, la van a ofrendar para defender a Chile de la guerra civil y del fascismo.

Trabajadores de mi patria. ¿Qué puedo decirles yo a ustedes? ¿Cómo expresarles mi reconocimiento a la lealtad de ustedes, a la fuerza combativa de ustedes, al espíritu de sacrificio de ustedes?

El viernes, allí dentro, sentí una emoción profunda. El pueblo aquí mojado, trasminado de frío, azotado por la lluvia, tenía calor, cantaba, demostraba alegría daba la prueba de su confianza en sus propias fuerzas. Y hoy, ustedes están aquí para decirle a Chile y a América que el pueblo sabe que en la unidad, en la firmeza de sus convicciones revolucionarias, en la lealtad para discutir tácticas distintas sin romper la unidad, el pueblo entiende que formando un comando político único, centralizada la economía, movilizándose en el trabajo y en el esfuerzo está la garantía de la victoria.

Gracias compañeras, juventud de mi patria, obreros de esta tierra que tanto queremos. Por ella, por Chile. ¡VENCEREMOS, CAMARADAS! (Ovación)













Discurso también conocido como
“Combatiré implacablemente el fascismo”













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