miércoles, agosto 12, 2009

"Voca", de Simón Villalobos Parada

Tres poemas





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La muerte corazón volcado
Paul Eluard




En el barro silencio marca las siglas, está prendido, sabe que vendré a buscarlo cuando me acabe o esté desierto; la lengua entre dos posiciones la tierra derecha y además / sonreías con la cara volteada hacia la cámara. Yo no estuve ahí pero puedo sentirlo, como es la relación de todo esto en lo que no estoy y va atrapando las remesas como una cuerda tirante.
Con los dedos marqué la pared las ventanas, una línea de los dedos / arrastré por los vidrios recias cosas sacadas de la flor en su edad, y este olor que desempuñan las manos. Soñaba los jardines desiertos, la radiación las piedras rasgan las uñas al cavar, antes la noche que vino a mojarlo todo, un desaparecido llevando el cuerpo que salió húmedo de su piel / como una lombriz o un animal que es una marca de agua y no las marcas sino la forma blanca que lo encierra y el telón que recibe las zanjas. Ni aunque masque la fosa los andamios después de soldar durante días, ni aún detrás de mí la altura de la voca prendida en las figuras, la planta de un pie y el polvo apelotonado a orillas del relieve; hablé de una silueta pero también algo estuvo adentro, virtual, sostenido por sus conchas









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Agarrándonos a la tabla de salvación de la poesía, que es una gran máquina negra, / somos los santos carajos y desocupados de aquella irreligiosidad horrenda que da vergüenza porque desapareció cuando desapareció el último “dios” de la tierra, / y la nacionalidad de la personalidad ilustre, se pudre de eminente y de formidable como divino oro judío;
Pablo de Rokha



La voca será el hogar de los hombres santos, iguálalo en tu color no en la tarima del mercado, no en la feria de los preceptores para los notables de la hora. La voca será quebrada pero será la reina de su terciopelo, de su arrastre con la caballería de los garzones tomándole el pico, con sus cabezas indiferentes amarillean el horizonte. No, yo estoy tras la vida contra la ciudad del lago, tú sabes que vinieron a fundar la ciudad y les di con la puerta porque hay un muro y es mi horizonte cambiando de postura y pobreza. Tú sabes cómo miente, ciudad, que será la única y una tregua larga de abundancia. No a nacer sino en la calzada oscura de lo liviano que hurta a la guerra un papel gastado con que cubrirse el calor. La voca será el reino, la alabanza, la disolución de los cuerpos pequeños fluidos materiales navegarán el mismo surco en un mismo golpe largo, Ave ciudad.









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Alguna cosa sobre la que tuve recuerdo y encegueció, algún pedazo de recuerdo que fue hostil, juntó sus ramas y comenzó un fuego por sí solo un aire cerrado al centro, algún marco de la ventana cerró de golpe quedó en los vidrios atrapado / hacia atrás no estaba mi cabeza si comienzo a hablar por los pies, hacia atrás el sesgo de los ojos que es una vena / la sección del cielo raso que es una vena. Alguna cosa sobre la que escuché hablar cuando volcaron las tazas mis manos dentro de las tazas, dije sobre el color oscuro volcado la forma de un continente en la mesa









Inédito












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