miércoles, agosto 19, 2009

"La intrusa", de Maurice Maeterlink

Extracto




EL TÍO: ¿Qué vamos a hacer mientras esperamos?
EL ABUELO: ¿Mientras esperamos qué?
EL TÍO: Mientras esperamos a nuestra hermana.
EL PADRE: ¿No ves venir a nadie, Úrsula?
LA HIJA MAYOR: (En la ventana.) No, padre.
EL PADRE: ¿Y en la avenida? ¿Ves la avenida?
LA HIJA: Sí, padre; hay luna y veo la avenida hasta el bosque de cipreses.
EL ABUELO: ¿Y no ves a nadie?
LA HIJA: A nadie, abuelo.
EL TÍO: ¿Qué tiempo hace?
LA HIJA: Muy hermoso; ¿oís los ruiseñores?
EL TÍO: Sí, sí.
LA HIJA: Se levanta un poco de viento en la avenida.
EL ABUELO: ¿Un poco de viento en la avenida?
LA HIJA: Sí; los árboles tiemblan un poco.
EL TÍO: Es extraño que mi hermana no esté aquí ya.
EL ABUELO: Ya no oigo los ruiseñores.
LA HIJA: Creo que ha entrado alguien en el jardín, abuelo.
EL ABUELO: ¿Quién es?
LA HIJA: No sé, no veo a nadie.
EL TÍO: Es que no hay nadie.
LA HIJA: Debe de haber alguien en el jardín; los ruiseñores se han callado de pronto.
EL ABUELO: Sin embargo, no oigo andar.
LA HIJA: De seguro pasa alguien cerca del estanque, porque los cisnes tienen miedo.
OTRA HIJA: Todos los peces del estanque se sumergen de pronto.
EL PADRE: ¿No ves a nadie?
LA HIJA: A nadie, padre.
EL PADRE: Sin embargo, la luna debe de estar dando en el estanque.
LA HIJA: Sí; veo que los cisnes tienen miedo.
EL TÍO: Estoy seguro de que es mi hermana la que les asusta. Habrá entrado por la puerta pequeña.
EL PADRE: No me explico por qué no ladran los perros.
LA HIJA: Veo al perro en el fondo de la garita. ¡Los cisnes se van hacia la otra orilla!
EL TÍO: Se asustan de mi hermana. Voy a ver. (Llama.) ¡Hermana! ¡Hermana! ¿Eres tú? No hay nadie.
LA HIJA: Estoy segura de que alguien ha entrado en el jardín.
EL TÍO: Pero me respondería.
EL ABUELO: ¿No vuelven a cantar los ruiseñores, Úrsula?
LA HIJA: No oigo ni uno en todo el campo.
EL ABUELO: No hay ruido, sin embargo.
EL PADRE: Hay un silencio de muerte.
EL ABUELO: El que los asusta tiene que ser un desconocido, porque si fuera alguien de la casa no se callarían.
EL TÍO: ¿Ahora os vais a preocupar por los ruiseñores?
EL ABUELO: ¿Están abiertas todas las ventanas, Úrsula?
LA HIJA: Está abierta la puerta vidriera, abuelo.
EL ABUELO: Me parece que entra frío en la habitación.
LA HIJA: Hace un poco de viento en el jardín, abuelo, y las rosas se deshojan.
EL PADRE: Pues cierra la puerta. Es tarde.
LA HIJA: Sí, padre. No puedo cerrar la puerta.
LAS OTRAS DOS HIJAS: No podemos cerrarla.
EL ABUELO: ¡Hijas!, ¿qué sucede?
EL TÍO: No hay que decir eso con esa voz extraña. Voy yo a ayudarlas.
LA HIJA MAYOR: No hemos logrado cerrarla por completo.
EL TÍO: Es la humedad. Empujemos a un tiempo. Habrá algo entre las hojas.














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