martes, abril 28, 2009

"Seis personajes en busca de autor", de Luigi Pirandello

Fragmento





EL DIRECTOR. —¡Yo no me entrometo más!
EL PADRE. —¡Lo desafío a que lo haga! ¡No se deje engañar! ¡Imponga un poco de orden, señor, y déjeme hablar sin hacer caso a la afrenta que con tanta ferocidad ella quiere imputarme, sin las debidas aclaraciones del caso!
LA HIJASTRA. —¡Aquí nadie está inventando nada!
EL PADRE. —¡Yo tampoco, quiero decirte!
LA HIJASTRA. —¡Sí, cómo no! ¡Haz lo que te parezca!
(EL DIRECTOR, en este punto, volverá a subir al escenario para poner un poco de orden.)
EL PADRE. —¡Aquí está todo el daño! ¡En las palabras! Llevamos todos por dentro un mundo de cosas, en cada uno el suyo propio. ¿Cómo es posible que nos entendamos, señor, si en las palabras que yo digo incluyo el sentido y el valor de las cosas tal como yo las considero, mientras quien lo escucha, las asume inevitablemente con el sentido y el valor que tienen para él, de acuerdo al mundo que lleva en su interior? Creemos que es posible entendernos, ¡pero no nos entendemos nunca! Mire: mi piedad, toda mi piedad por esta mujer (señalará a LA MADRE), ella la asume como la peor de las crueldades.
LA MADRE. —¡Pero si me alejaste tú!
EL PADRE. —¿Se da cuenta? ¡Alejarla yo! ¡A usted le parece que yo la haya despreciado!
LA MADRE. —Tú sabes hablar y yo no... Pero créame, señor, que después de haberse casado conmigo... quién sabe por qué..., yo era una pobre y humilde mujer...
EL PADRE. —Exactamente por eso, por tu humildad me casé contigo, y eso es lo que amé en ti, creyendo... (Se detendrá por los desmentidos de ella, abrirá los brazos en alto, desesperado, ante la imposibilidad de que lo comprenda, y se dirigirá hacia EL DIRECTOR.) ¿Se da cuenta? ¡Dice que no! Horrenda, señor, créame, (se golpeará la frente) es horrenda su turbación, su turbación mental. Tiene corazón, sí, ¡pero para sus hijos! ¡Y no atiende a razones, señor, es desesperante!
LA HIJASTRA. —¡Cómo no! Pero que le diga también la suerte que nos acarreó su inteligencia.
EL PADRE. —¡Si se pudiera anticipar todo el mal que puede nacer del bien que creemos estar haciendo!
















1921














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