domingo, septiembre 30, 2007

“Introducción mínima a la heteronimia pessoana”, de Carlos Almonte

Fragmento




U
no de los rasgos más conocidos en la poética pessoana es el acabado uso de heterónimos (Heterónomo: “Dicho de una persona: que está sometida a un poder ajeno que le impide el libre desarrollo de su naturaleza”, según el DRAE). Una suerte de esquizofrenia-intencionada, una auto-posesión, una programada invasión de entes autosuficientes, personalidades y ánimos, en la que el poeta portugués se basó para crear y, sobre todo, armar la estructura de su obra.

Cada uno de los heterónimos usados: Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Álvaro de Campos (los tres principales), representa (acarrea, arrastra) una variación del discurso lírico. Usó también, en diferentes épocas y circunstancias de su vida, otros heterónimos: Charles Robert Aron, H. M. F. Lecher, Bernardo Soarez (autor del “Libro del desasosiego”), António Mora (heterónimo prosista), C. Pacheco, L. Guerreiro, Jean Seul, Gervásio Guedes, Alexander Search (según parte de la crítica sólo un seudónimo, con quien escribió sus primeros poemas en idioma inglés), Juan de Mairena y Abel Martin (ambos heterónimos machadianos), Álvaro Coelho de Athay -barón de Teive-, y el mismo Fernando Pessoa (usado como heterónimo), entre otros.

Pessoa señala lo que parece ser el origen de esta práctica: “Así es como recuerdo al que me parece que fue mi primer heterónomo, o mejor, mi primer conocido inexistente, un cierto Chevalier de Pas de mis seis años, en cuyo nombre yo escribía cartas suyas dirigidas a mí mismo; su figura, no totalmente brumosa, conquista todavía aquella zona de mis afectos que linda con la nostalgia”.

Como él mismo se encarga de aclarar (Revista Presença, nº 17, diciembre 1928): “Cada una de estas individualidades forma un drama, y todas ellas juntas forman otro drama”. Alberto Caeiro (quien tiene fecha de nacimiento y muerte: 1889-1915), tuvo por “discípulos” a Ricardo Reis (1887- ), quien separó el lado intelectual y pagano de la obra de Caeiro; y a Álvaro de Campos (1890- ), quien separó el lado emotivo, o “sensacionalista”, como el mismo Pessoa aclara. Todos los heterónimos poseen fechas de nacimiento (algunos de muerte), realizan distintas actividades, son licenciados o profesionales de tales o cuales universidades, tienen apariencia física, rasgos de personalidad, etc. Cada uno es una historia con respecto a sí mismo (todos presentaban, en común, el rasgo del celibato, por ejemplo), y con respecto a los demás.

Cuando el problema de la identidad se hace postmoderno, Pessoa se encarga de devolverlo a lo moderno, una y otra vez. “Si estas tres individualidades -además de la del propio autor, como creador-primero y como ortónimo- son más o menos reales que el propio Fernando Pessoa, es un problema metafísico que éste, ausente del secreto de los Dioses e ignorando por tanto qué es la realidad, nunca podrá resolver”.

Su poesía es a veces esencialista (se adivinan algunos rasgos de poesía oriental), abúlica, desencantada, rebelde, irónica, irreverente, iconoclasta, esotérica, mística y metafísica (entre otras posibles adjetivaciones), dependiendo de cada heterónimo.

Fernando Pessoa murió a los 46 años, producto de un coma hepático, en Lisboa, ciudad que también lo vio nacer. Muerte acelerada, según algunos, debido a la vida licenciosa, desordenada, bohemia y alcohólica que llevó.

En vida sólo publicó el libro de poemas Mensagem (Mensaje).








Fernando Pessoa (1888-1935)











1 comentario:

V i l l a v i c e n c i o dijo...

Grande Pessoa. Habrá que descubrir ahora cuál es el ortónimo entonces de un tal... Monardez.